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1
BIOGRAFÍA DE CLEOBULO
1. Cleobulo, hijo de Evágoras, fue natural de Lindo, o según quiere Duris, de Caria. Algunos lo hacen descender de Hércules, y dicen que fue robusto y hermoso de cuerpo y que estudió la filosofía en Egipto. Que tuvo una hija llamada Cleobulina, la cual compuso enigmas en versos hexámetros, y de quien hace memoria Cratino en su drama que lleva este mismo nombre en número plural (56). Renovó en Atenas el templo de Minerva que había construido Dánao.
2. Compuso cánticos y sentencias oscuras hasta en tres mil versos. Y hay quien dice fue suyo el epitafio puesto a Midas, que es:
Una virgen de bronce soy que yago
recostada de Midas al sepulcro.
Mientras fluyan las aguas, y se eleven
de la tierra los árboles frondosos;
mientras renazca el sol, y resplandezca
en las esferas la argentada luna;
mientras corran los ríos, y los mares
por las riberas extenderán sus olas,
aquí estaré, vertiendo triste llanto
sobre esta sepultura, y advirtiendo
a todo pasajero y caminante
que en ella sepultado yace Midas.
En prueba de lo cual trae un cántico de Simónides, en que dice:
¿Qué mente habrá que pueda
alabar dignamente
a Cleobulo, indígena de Lindo,
que a los ríos perennes,
floridas primaveras,
a los rayos del sol, dorada luna,
y a las marinas olas
permanentes columnas antepone?
Inferior a los dioses
es todo lo criado.
Hasta la dura piedra
quebranta mortal mano;
pero es consejo de varón insano.
De donde consta que este epitafio no es de Homero, como dicen, habiendo éste precedido a Midas por muchos años. En los Comentarios de Pánfila anda este enigma suyo, que significa el año:
Tiene un padre doce hijos,
y cada uno de ellos hijas treinta,
todas bien diferentes en aspecto;
pues por un lado blancas como nieve,
oscuras por el otro se presentan.
También, siendo inmortales, mueren todas (57).
De sus adomenos se celebran los siguientes:
Reina en la mayor parte de los hombres
con gran verbosidad mucha ignorancia.
Si tienes ocasión, hacer procura
alguna cosa ilustre y admirable.
Nunca seas ingrato, nunca vano.
3. Decía que «es conveniente casar las hijas jóvenes en edad, pero maduras en la prudencia»; enseñando por ello que deben las jóvenes ser instruidas. Que «conviene favorecer al amigo para que lo sea más, y al enemigo para hacerlo amigo. Guardarse de la calumnia de los amigos y de las asechanzas de los enemigos». También que «cuando uno salga de casa, piense primero qué es lo que ha de hacer; y cuando vuelva, qué es lo que ha hecho». Encargaba mucho el ejercicio corporal. Que «antes procuremos el escuchar que el ser escuchados (58). Que amemos más el estudio que la ignorancia. Que la lengua no sea malediciente. Que seamos familiares de la virtud, y extraños del vicio. Huir la injusticia, aconsejar a la patria lo mejor, refrenar los apetitos, no hacer cosa alguna por fuerza, instruir los hijos, deshacer las enemistades. A la mujer ni halagarla ni reñirla delante de otros, porque lo primero indica demencia, y lo segundo furor. Que no se ha de reñir al doméstico cuando está embriagado, pues esto parece cosa de embriagados.». Decía: «Cásate con mujer tu igual, porque si la eliges más noble que tú, los suyos te mandarán. No rías del que es perseguido con burlas y contumelias, porque se te hará enemigo. En tus prosperidades no te ensoberbezcas, ni en las adversidades te abatas de ánimo. Aprende a sufrir con fortaleza los reveses de la fortuna».
4. Murió viejo de setenta años; y en su sepulcro se le puso el epitafio siguiente:
A Cleobulo sabio muerto llora
su patria Lindo, a quien el mar circuye
1. Cleobulo, hijo de Evágoras, fue natural de Lindo, o según quiere Duris, de Caria. Algunos lo hacen descender de Hércules, y dicen que fue robusto y hermoso de cuerpo y que estudió la filosofía en Egipto. Que tuvo una hija llamada Cleobulina, la cual compuso enigmas en versos hexámetros, y de quien hace memoria Cratino en su drama que lleva este mismo nombre en número plural (56). Renovó en Atenas el templo de Minerva que había construido Dánao.
2. Compuso cánticos y sentencias oscuras hasta en tres mil versos. Y hay quien dice fue suyo el epitafio puesto a Midas, que es:
Una virgen de bronce soy que yago
recostada de Midas al sepulcro.
Mientras fluyan las aguas, y se eleven
de la tierra los árboles frondosos;
mientras renazca el sol, y resplandezca
en las esferas la argentada luna;
mientras corran los ríos, y los mares
por las riberas extenderán sus olas,
aquí estaré, vertiendo triste llanto
sobre esta sepultura, y advirtiendo
a todo pasajero y caminante
que en ella sepultado yace Midas.
En prueba de lo cual trae un cántico de Simónides, en que dice:
¿Qué mente habrá que pueda
alabar dignamente
a Cleobulo, indígena de Lindo,
que a los ríos perennes,
floridas primaveras,
a los rayos del sol, dorada luna,
y a las marinas olas
permanentes columnas antepone?
Inferior a los dioses
es todo lo criado.
Hasta la dura piedra
quebranta mortal mano;
pero es consejo de varón insano.
De donde consta que este epitafio no es de Homero, como dicen, habiendo éste precedido a Midas por muchos años. En los Comentarios de Pánfila anda este enigma suyo, que significa el año:
Tiene un padre doce hijos,
y cada uno de ellos hijas treinta,
todas bien diferentes en aspecto;
pues por un lado blancas como nieve,
oscuras por el otro se presentan.
También, siendo inmortales, mueren todas (57).
De sus adomenos se celebran los siguientes:
Reina en la mayor parte de los hombres
con gran verbosidad mucha ignorancia.
Si tienes ocasión, hacer procura
alguna cosa ilustre y admirable.
Nunca seas ingrato, nunca vano.
3. Decía que «es conveniente casar las hijas jóvenes en edad, pero maduras en la prudencia»; enseñando por ello que deben las jóvenes ser instruidas. Que «conviene favorecer al amigo para que lo sea más, y al enemigo para hacerlo amigo. Guardarse de la calumnia de los amigos y de las asechanzas de los enemigos». También que «cuando uno salga de casa, piense primero qué es lo que ha de hacer; y cuando vuelva, qué es lo que ha hecho». Encargaba mucho el ejercicio corporal. Que «antes procuremos el escuchar que el ser escuchados (58). Que amemos más el estudio que la ignorancia. Que la lengua no sea malediciente. Que seamos familiares de la virtud, y extraños del vicio. Huir la injusticia, aconsejar a la patria lo mejor, refrenar los apetitos, no hacer cosa alguna por fuerza, instruir los hijos, deshacer las enemistades. A la mujer ni halagarla ni reñirla delante de otros, porque lo primero indica demencia, y lo segundo furor. Que no se ha de reñir al doméstico cuando está embriagado, pues esto parece cosa de embriagados.». Decía: «Cásate con mujer tu igual, porque si la eliges más noble que tú, los suyos te mandarán. No rías del que es perseguido con burlas y contumelias, porque se te hará enemigo. En tus prosperidades no te ensoberbezcas, ni en las adversidades te abatas de ánimo. Aprende a sufrir con fortaleza los reveses de la fortuna».
4. Murió viejo de setenta años; y en su sepulcro se le puso el epitafio siguiente:
A Cleobulo sabio muerto llora
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