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Don Melitón es un anciano ya octogenario y con solvencia económica,
que ofrece matrimonio a doña Micaela, joven viuda que vive con su madre,
doña Martina. Micaela rechaza cortésmente a don Melitón, porque está
enamorada de don Pablo, un galán que aparenta ser decente pero que en
realidad es un pillo redomado, aunque por lo pronto sabe mantener las
buenas apariencias. Don Melitón se resigna al rechazo de doña Micaela y
entonces propone matrimonio a doña Martina, quien también es viuda. Ésta
se muestra sorprendida, y prefiere no dar todavía una respuesta, pero
la aparición de una tercera viuda, doña Clara, quien mira a don Melitón
con ojos coquetos, hará entrar en celos a doña Martina.
A partir de entonces se suceden una serie de enredos. Sale de la casa
doña Clara justo cuando entra don Pablo, el novio de Micaela. Doña
Clara saluda cariñosamente a éste como “don Pedro”, lo cual origina la
suspicacia de doña Micaela. Pablo trata de explicarle, diciendo que se
llamaba “Pedro Pablo”, por lo que algunos lo llamaban Pedro y otros
Pablo; y que conocía a Clarita pero que no había nada entre ellos dos,
que por lo demás le parecía fea. Luego ingresa doña Martina, quien hace
saber a su hija que aprueba su matrimonio con don Pablo, y que ella
también se casaría, aunque sin decir por lo pronto con quien (aunque
todos se imaginan que se refiere a don Melitón). Don Melitón aparece
otra vez y doña Martina le presenta a don Pablo como el novio de su
hija. Ambos, don Melitón y doña Martina, anuncian también que ya habían
decidido casarse. De pronto, llega un criado trayendo una carta para don
Melitón. Éste la lee para sí, pero se niega a enseñarla a doña Martina y
se despide. Doña Martina vuelve a caer en celos y cree que la misiva la
ha enviado doña Clarita.
Acto segundo
Nuevamente se encuentran don Melitón y doña Martina, quien le insiste
en saber quien le envió a carta, y que era lo que decía. Don Melitón se
niega firmemente a darle detalles y se arma una tremenda discusión. A
tal punto llega todo que don Melitón decide renunciar a casarse con doña
Martina, aunque le promete su amistad y su herencia.
Doña Martina no se queda tranquila e insiste en averiguar sobre doña
Clarita. Esta precisamente vuelve a aparecer en la casa. Doña Martina le
pregunta si conoce a don Melitón, recibiendo una respuesta negativa.
Sale doña Clara y nuevamente entra don Pablo. Este trata de cosechar a
río revuelto y afirma haber visto entrar al viejo Melitón donde vivía
doña Clara, y que, según su parecer, ambos tramaban algo. Don Pablo
propone a las dos, madre e hija, unir fuerzas para vencer las argucias
del viejo.
Acto tercero
Doña Martina y su criada Juana salen de casa. Aparece otra vez don
Melitón, que encuentra sola a doña Micaela. Aprovecha don Melitón para
enseñarle la carta que recibiera, que estaba firmada por una tal María
Campana, quien le pedía que fuera a visitarle a su casa para contarle un
secreto sobre el novio de Micaela. Don Melitón dice haber ido a esa
cita y que en ella se enteró que el tal don Pablo no era sino un
farsante que se hallaba ya comprometido con otra, precisamente con la
misma María, la remitente de la carta. Don Melitón le hace saber a
Micaela que estaba dispuesta a protegerla como a un padre y ella le
agradece efusivamente, mientras que él le aprieta la mano con emoción.
De pronto entra don Pablo, quien se hace de aspavientos reprochando a
doña Micaela el preferir a un viejo, traicionando a la vez a su madre.
Don Melitón, furioso, le encara y le pone al descubierto su engaño.
Pablo niega cínicamente la acusación y reta a don Melitón a batirse en
duelo por el agravio que supuestamente recibía, pero entonces regresa
doña Martina. Don Pablo le cuenta a ésta su versión de los hechos, y ya
le creía doña Martina, cuando aparece doña Clara, quien confirma con
documento en mano, que don Pablo se hacía llamar Pedro de Juanelo, y que
estaba casado con una tal María Andica.
Don Pablo es puesto así al descubierto y recibe los insultos de
todos. Pero aún quedaban más revelaciones: doña Clara revela que la tal
María Andica era nada menos que ella misma. La razón por la que ambos,
don Pablo y doña Clara, habían cambiado de nombre al momento de casarse,
era esta: doña Clara, que era viuda de un marino, quiso seguir cobrando
su sustanciosa pensión de viudez (montepío), maniobra a la que se
prestó don Pablo. Sin embargo, después del matrimonio, don Pablo
continuó llevando su vida licenciosa, creyendo que doña Clara no lo
denunciaría por temor a perder su pensión. La desvergüenza de don Pablo
había sido pues el motivo por lo que doña Clara decidió ponerlo al
descubierto, enviando a don Melitón la carta antedicha.
Descubierto, don Pablo se da a la fuga, y Micaela, que tan enamorada
estaba, se siente engañada y dispuesta a contraer matrimonio con don
Melitón;
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Se cierra el telón con la salida de don Melitón, acompañado de doña Clara, mientras las dos viudas (madre e hija) corren a abrazarse.
esta es la otra parte ojala que te alla ayudado mucho