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LA ELLA Y LA BESTIA
Esta es la historia de un rico mercader viudo que tenía tres hijas. Dos de ellas, las dos hijas mayores, eran presuntuosas y vanidosas, y la menor, a la que por su belleza llamaron Bella, era, sin embargo, humilde y bondadosa. Todas tenían siempre pretendientes dispuestos a casarse con ellas. Pero mientras las dos hermanas mayores rechazaban despectivamente a todos los candidatos, ya que ansiaban casarse con un noble, Bella los recibía y conversaba con ellos, aunque los rechazara cortésmente. Un golpe de mala fortuna hizo que el mercader perdiera todas sus riquezas, por lo que todos los pretendientes desaparecieron, ya que el dinero era el único motivo para casarse con semejantes mujeres. Bella, sin embargo, siguió recibiendo proposiciones, pero las siguió rechazando. Cierto día, llegó la noticia de que uno de los barcos del mercader había llegado a puerto con mercancías. Sus dos hijas mayores le pidieron que les trajera joyas y vestidos, pero Bella, su hija menor, le dijo que solo con una rosa ya le haría feliz a ella.
Regresando del puerto, el mercader se pierde en el bosque y encuentra refugio en un castillo que se hallaba cerca. En dicho castillo come y descansa, y al otro día, justo después de tomar una rosa del bello jardín, una horrenda bestia lo sorprende y le obliga a que le pida perdón.
El mercader suplica por poder ver a sus hijas una última vez, a lo que la bestia responde que puede marcharse para verlas una vez más, pero a cambio, tendrá que traer a una de ellas para que ocupe su lugar. El mercader vuelve a su hogar y le explica lo acontecido a sus hijas, tras lo cual Bella se ofrece para ocupar el lugar de su padre, para regocijo de sus dos hermanas mayores y desesperación de su anciano progenitor. Bella le recuerda a su padre que las promesas se dan para cumplirse, y que si ella no hubiera pedido una rosa, nada habría sucedido.
Sin embargo, una vez allí, la Bestia le concedió la libertad a su padre ordenándole no volver jamás. Y gentilmente, llevó a Bella a unos ricos aposentos, para que viviera toda su vida en el castillo. Al cabo de un tiempo, cada noche la Bestia visitaba a Bella y le pedía que se casara con ella, pero Bella le respondía que solamente le concedería su amistad. Pasaron tres meses agradables en el castillo, donde la Bestia llenaba de atenciones a Bella, y ella le correspondía con gestos de amistad. Cierto día, Bella vio en su espejo mágico que su anciano padre estaba muy enfermo, y rogó a la Bestia que le permitiera verlo una última vez, a lo cual la Bestia aceptó, con la condición de que Bella volviera en ocho días. Ella le prometió agradecida y partió hacia su hogar. Una vez allí, sus dos hermanas mayores, tristemente casadas con personas de bajo nivel, inventaron una trampa para que Bella estuviera en su casa más de ocho días. Al darse cuenta de que había roto su promesa, la muchacha partió hacia el castillo y encuentra a la Bestia en un prado, agonizando, por la tristeza que le había causado la lejanía de Bella. Ella se arrodilla ante la bestia, que exhala ya sus últimas horas de su vida y, entre lágrimas, le suplica que no muera, ya que lo ama y quiere ser su esposa. Al escuchar estas palabras, la Bestia se transforma mágicamente en un bello y apuesto príncipe, que a causa de la maldición de una bruja malvada, había sido transformado en una horrible Bestia para que ninguna mujer quisiera casarse con él.
La Bella y el príncipe se casaron y vivieron felices en el castillo, junto a su padre, mientras que las dos hermanas mayores de Bella fueron transformadas en estatuas de piedra, pero sin perder la consciencia, para que fueran testigos de la felicidad de Bella, su hermana menor.
FIN