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En 1512 el nombre "Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana" se convirtió en el título oficial del imperio, que abarcó Europa central entre el reino de Francia al oeste y los reinos de Hungría y Polonia al este.
Aspecto social: En ningún momento de su larga historia el imperio poseyó fronteras claramente definidas; su gente, tal vez quince millones en 1500, hablaba una variedad de idiomas y dialectos. Predominó el alemán, pero el consejo de la Bula de Oro de 1356 de que los futuros príncipes del imperio deberían aprender las "lenguas alemana, italiana y eslava" seguía siendo pertinente.
Aspecto cultural: El imperio multilingüe estaba en la encrucijada de Europa y sus culturas nacionales emergentes; también incluía importantes comunidades judías en el sur y el oeste.
Aspecto económico: El comercio y la comunicación europeos se movían a lo largo de los poderosos ríos del imperio: el Rin, el Meno, el Danubio y el Elba. En estos ríos se encontraban algunas de sus ciudades más importantes: Colonia, la más grande del imperio con unos treinta mil habitantes, así como Frankfurt, Viena y Hamburgo.
Aspecto político: El Sacro Imperio Romano desarrolló una compleja estructura legal y política. Su figura central era el emperador, Así como los cardenales, príncipes de la iglesia, eligieron a cada nuevo papa, entonces los principales príncipes del imperio, llamados electores, eligieron a su emperador.
El Imperio fue desde sus inicios una entidad muy federal: Si Francia mayoritariamente había formado parte del imperio romano, en las partes orientales del reino franco las tribus germánicas eran mucho más independientes y renuentes a ceder poder a una autoridad central. Todos los intentos de convertir el cargo de rey en hereditario fracasaron, manteniéndose el de monarca como un cargo electivo. Por ello, cada candidato a la corona debía realizar una serie de promesas a los electores, las llamadas Wahlkapitulationen (capitulaciones electivas), garantizando a los distintos territorios más y más poder a lo largo de los siglos. Se revelaba entonces la gran dificultad de que el Sacro Imperio tuviera un sólido poder centralizado, en contraste con otros países europeos que lo lograron a través de la institución monárquica, que supuso un retroceso en el sistema político feudal, lo que en el Sacro Imperio no ocurrió en la mayor parte de sus Estados o sucedió de forma muy dispar y tardía.
Debido a sus connotaciones religiosas, el Imperio como institución quedó seriamente dañado por las disputas entre el papa y los reyes de Alemania, en relación a su coronación como emperadores. Nunca estuvo muy claro bajo qué condiciones el papa debía coronar al emperador, y especialmente cómo el poder universal del emperador dependía del poder del papa en materias clericales. Frecuentes disputas giraron en torno a esta cuestión, especialmente a lo largo del siglo XI, con motivo de la querella de las investiduras y el Concordato de Worms en 1122.
El hecho de que el sistema feudal del Imperio, donde el rey constituía la cúspide de la llamada "pirámide feudal", fuese causa o síntoma de la debilidad del Imperio, no está claro. En todo caso, la obediencia militar, que —conforme a la tradición germana— estaba íntimamente ligada a la concesión de tierras a los vasallos, fue siempre problemática: cuando el Reich tenía que ir a la guerra, las decisiones eran lentas y quebradizas.
Hasta el siglo XVI, los intereses económicos del sur y el oeste del Imperio diferían notablemente de los de la parte septentrional, donde estaba asentada la Hansa, la cual estaba más vinculada a Escandinavia y el Báltico que el resto de Alemania. Ello obedecía particularmente a intereses económicos propios o más bien disímiles respecto de otros Estados del imperio, lo que igualmente sucedía con su identidad religiosa. Basta recordar que el Estado más poderoso del imperio, Austria, y su casa reinante e igualmente depositaria del título de emperador del Sacro Imperio hasta su supresión, los Habsburgo, eran defensores del catolicismo, y con el tiempo toda su política se encaminará más a salvaguardar los intereses nacionales austriacos que los del trono imperial.
Fue constante en la política del Sacro Imperio que ésta se encaminara hacia una política continental, esto es, que su política exterior hiciera énfasis en cuestiones del continente europeo, tales como motivaciones dinásticas para actuar, intentos de expansión territorial, enfrentamientos con otras potencias del continente europeo, e imperialismo basado en una visión de imperio de carácter universal y que inicialmente lo sustentó en una visión religiosa determinada y en considerarse como heredero histórico del extinto Imperio Romano. El problema de lo anterior era que, al ser una entidad política con un poder central débil, estos motivos no favorecían o interesaban de igual manera a todos los Estados alemanes; inclusive había Estados alemanes con una política inclinada hacia el mar y el comercio, tales como los que integraban la Hansa, ubicados en el norte de Alemania, por ende cerca del Mar del Norte, al igual que los que colindaban con el río Rin, que los unía con los puertos marítimos holandeses. Semejante divergencia de intereses económicos solo contribuía a erosionar el poder político del imperio y de su emperador, lo que en adelante se traduciría en que cada Estado alemán se procurara una política exterior propia tanto con el resto del imperio como con otros países, a veces ajena a los intereses del mismo Sacro Imperio y de los demás Estados que lo conformaban.
Fuente: Wikipedia (Cuando digo la fuente se supone que no es ilegal)