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La ley Calles, llamada también ley de tolerancia de cultos, fue una ley mexicana decretada el 14 de junio de 1926, su propósito era controlar y limitar el culto católico en México, elaborada durante el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles de allí su nombre.
La promulgación de la ley Calles, fue una de las principales razones para la iniciación de la llamada guerra cristera que buscaba anular dicha ley. Esta ley tenía por objetivo tener bajo control a la iglesia, subyugarla a los propósitos del gobierno. Entre sus objetivos estaban: restricción del número de sacerdotes a uno por cada seis mil habitantes, como requisito se debía tener una licencia expedida por el Congreso de la Unión o los Estados para poder ejercer el ministerio sacerdotal.
La condición de estar registrados ante el gobierno municipal del lugar donde el sacerdote oficiará el culto religioso, modificaciones al código penal para implementar condenas por el incumplimiento de alguna de las nuevas leyes, tener una mayor intervención en los asuntos internos de la Iglesia Católica a la que no se le concedía personalidad jurídica propia, se prohibió cualquier tipo de educación con carácter religioso.
Los obispos mexicanos en respuesta tomaron la decisión de inhabilitar los cultos en los templos y delegaron para que los pudieran realizar en casas particulares, esto dio como resultado que los fieles se alzaran en armas como protesta en contra del gobierno. A su vez el gobierno acosó a los creyentes y consideró ilegales los actos de culto ejecutados fuera de los templos encerrando y ejecutando a los transgresores.
Los obispos llegaron a un acuerdo con el gobierno reanudando los cultos, tranquilizando a los sublevados a cambio de que el gobierno dejara de meterse en las cuestiones internas de la Iglesia, la guerra cristera dio como consecuencia el que murieran más personas que durante la Revolución Mexicana y una honda división entre la población.
La promulgación de la ley Calles, fue una de las principales razones para la iniciación de la llamada guerra cristera que buscaba anular dicha ley. Esta ley tenía por objetivo tener bajo control a la iglesia, subyugarla a los propósitos del gobierno. Entre sus objetivos estaban: restricción del número de sacerdotes a uno por cada seis mil habitantes, como requisito se debía tener una licencia expedida por el Congreso de la Unión o los Estados para poder ejercer el ministerio sacerdotal.
La condición de estar registrados ante el gobierno municipal del lugar donde el sacerdote oficiará el culto religioso, modificaciones al código penal para implementar condenas por el incumplimiento de alguna de las nuevas leyes, tener una mayor intervención en los asuntos internos de la Iglesia Católica a la que no se le concedía personalidad jurídica propia, se prohibió cualquier tipo de educación con carácter religioso.
Los obispos mexicanos en respuesta tomaron la decisión de inhabilitar los cultos en los templos y delegaron para que los pudieran realizar en casas particulares, esto dio como resultado que los fieles se alzaran en armas como protesta en contra del gobierno. A su vez el gobierno acosó a los creyentes y consideró ilegales los actos de culto ejecutados fuera de los templos encerrando y ejecutando a los transgresores.
Los obispos llegaron a un acuerdo con el gobierno reanudando los cultos, tranquilizando a los sublevados a cambio de que el gobierno dejara de meterse en las cuestiones internas de la Iglesia, la guerra cristera dio como consecuencia el que murieran más personas que durante la Revolución Mexicana y una honda división entre la población.
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devolver los templos ocupados y permitir la reanudación de los cultos
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