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Los diez mandamientos tienen estas características:
1° Son inmutables: no pueden cambiarse. Nadie puede cambiarlos, pues los ha establecido Dios. Y cuando Dios dice una cosa, no la cambia por nada, pues es infinitamente sabio y perfecto. Son inmutables; perdurarán en el siglo XXI, XXX, LX, etc. Dios no cambia de opinión fácilmente; cuando da una norma, es tan perfecta que no puede cambiarla. Sería una contradicción en Dios. ¿Te puedes imaginar a un Dios arbitrario que juega con nosotros, a costa de sus caprichos y conveniencias?
2° Son absolutos: tienen carácter absoluto, no dan pie a ningún relativismo, ni a ningún tipo de ética de la situación. ¿Sabes qué es el relativismo, o como dijo el Papa Benedicto XVI al iniciar su Pontificado, “la dictadura del relativismo”? Es la doctrina que dice que todo es relativo y depende del punto de vista de cada uno. No se puede aceptar esta doctrina, pues hay cosas y valores fundamentales, innegables y absolutos. Los mandamientos no se pueden recortar, aminorar, rebajar. Otra cosa es ver si es materia grave o materia leve. Lo que fue pecado y estuvo mal ayer, será pecado hoy y mañana y siempre.
3° Son universales: es decir, valen para todos los hombres. Ningún hombre está exento de cumplirlos. Valen para el hombre de campo y de la ciudad, para el hombre instruido o menos instruido; para el niño, el joven y el adulto; para el europeo, africano, asiático, americano y para el hombre de Oceanía; para el que se encuentra en una isla perdida del Pacífico, como para quien vive en una gran metrópoli.
4° Son actuales: son para ayer, para hoy, para mañana. Son de ayer, de hoy y de siempre. Aunque los reveló Dios hace más de tres mil quinientos años, sin embargo siguen vigentes, actuales. Son para ti y para mí. No han pasado de moda. Nunca pasan de moda.
1° Son inmutables: no pueden cambiarse. Nadie puede cambiarlos, pues los ha establecido Dios. Y cuando Dios dice una cosa, no la cambia por nada, pues es infinitamente sabio y perfecto. Son inmutables; perdurarán en el siglo XXI, XXX, LX, etc. Dios no cambia de opinión fácilmente; cuando da una norma, es tan perfecta que no puede cambiarla. Sería una contradicción en Dios. ¿Te puedes imaginar a un Dios arbitrario que juega con nosotros, a costa de sus caprichos y conveniencias?
2° Son absolutos: tienen carácter absoluto, no dan pie a ningún relativismo, ni a ningún tipo de ética de la situación. ¿Sabes qué es el relativismo, o como dijo el Papa Benedicto XVI al iniciar su Pontificado, “la dictadura del relativismo”? Es la doctrina que dice que todo es relativo y depende del punto de vista de cada uno. No se puede aceptar esta doctrina, pues hay cosas y valores fundamentales, innegables y absolutos. Los mandamientos no se pueden recortar, aminorar, rebajar. Otra cosa es ver si es materia grave o materia leve. Lo que fue pecado y estuvo mal ayer, será pecado hoy y mañana y siempre.
3° Son universales: es decir, valen para todos los hombres. Ningún hombre está exento de cumplirlos. Valen para el hombre de campo y de la ciudad, para el hombre instruido o menos instruido; para el niño, el joven y el adulto; para el europeo, africano, asiático, americano y para el hombre de Oceanía; para el que se encuentra en una isla perdida del Pacífico, como para quien vive en una gran metrópoli.
4° Son actuales: son para ayer, para hoy, para mañana. Son de ayer, de hoy y de siempre. Aunque los reveló Dios hace más de tres mil quinientos años, sin embargo siguen vigentes, actuales. Son para ti y para mí. No han pasado de moda. Nunca pasan de moda.
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