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Un antiguo himno latino, todavía en uso en la Liturgia de las Horas, canta la dicha de Roma describiéndola sintéticamente como una reina y la contempla vestida de púrpura. Ese glorioso atavío es la sangre de los apóstoles Pedro y Pablo; a ellos le debe toda su belleza. O Roma felix, quae tantorum principum es purpurata pretioso sanguine; non laude tua, sed ipsorum meritis excellis omnem mundi pulchritudinem. Nosotros hemos venido a Roma, precisamente, a venerar los sepulcros de esos dos apóstoles de Cristo y a encontrarnos con el Papa, sucesor de Pedro en la cátedra de la unidad y en la presidencia de la caridad, pero que es también portador del espíritu de Pablo y que en cuanto tal anima la misión universal de evangelizar a las naciones.
Espero te ayude lo hicimos en mi clase no se si estara bien :3