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Se produce, así, una primera división social que distingue entre los varones adultos, que constituyen el colectivo guerrero, y las mujeres y las criaturas. Una división social que implica una distribución de tareas y también una distribución del espacio ocupado: mientras las mujeres y las criaturas se dedican a conseguir los recursos necesarios para la subsistencia cotidiana del conjunto del grupo (obtención, tratamiento y conservación de agua y alimentos, cuidado del hogar, crianza de las criaturas, atención de personas enfermas...), los varones adultos se encargan de todo lo que se relaciona con la expansión territorial: prepararse para el combate, elaborar herramientas, explorar el territorio e imaginar estrategias, llevar a cabo expediciones guerreras y perpetuar el control de los espacios ocupados... más allá del originario, esto es, en ese más allá preñado del pánico provocado por la muerte fratricida. Podemos pensar que de ahí la angustia vital que provoca el más allá.
