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Respuesta:
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Explicación:
En el siglo XI, Enrique IV (Sacro Imperio Romano Germánico) pretendía ser el encargado de “investir” (designar) a los obispos alemanes. De esta manera, los obispos se convertirían en poderosos vasallos del Emperador, algo muy importante en el mundo feudal, a lo que el papa no estaba de acuerdo y no pretendía que los obispos se sometieran a otra autoridad que no fuera la suya, siendo independientes del emperador.
El sumo pontífice Gregorio VII dio un paso político muy provocador al dictar en 1075 veintisiete normas comprendidas en los Dictatus papae.
En los Dictatus Papae se impulsaban tres conceptos básicos. Uno era la su supremacía sobre todos los fieles e Iglesias nacionales. Otro, que todos los gobernantes, incluso el Emperador están subordinados al Papa. Y por último, que la Iglesia era incapaz de errar en sus decisiones.