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pus durante 28 años el muro de Berlín, erigido por los soviéticos fue el símbolo más claro del enfrentamiento entre el bloque socialista y el bloque capitalista. Pero el 9 de noviembre de 1989 comenzaría su anhelado desplome. El muro de Berlín, bautizado oficialmente como “Muro de Protección Antifascista” por la República socialista Democrática Alemana o RDA, fue erigido el 13 de agosto de 1961 por el bloque soviético presuntamente para proteger a su población de supuestos elementos fascistas que pudieran conspirar para evitar la voluntad popular de construir un estado socialista en Alemania del Este.
DISOLUCION DE LA UNION SOVIETICA
El Tratado de Belavezha fue un acuerdo internacional firmado el 8 de diciembre de 1991 por los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia en la reserva natural de Belavézhskaya Pushcha. Estos acuerdos declaran la disolución oficial de la URSS poniendo fin a la vigencia del Tratado de Creación de la URSS. La disolución del Estado socialista más grande del mundo también marcó el fin de la Guerra Fría.
El muro, uno de los símbolos más patentes de la denominada “Guerra Fría”, el conflicto no declarado entre Estados Unidos y la Unión Soviética que dividió política y económica en dos grandes bloques al mundo entero, se extendió a lo largo de 45 kilómetros, dividiendo a la ciudad de Berlín en dos partes, además de 115 kilómetros que separaban a la parte occidental de la ciudad del territorio de la RDA.
Su pared medía más de cinco metros de altura y estaba coronada por un tubo de 40 centímetros de diámetro que impedía aún más la posibilidad de atravesarla. Aparte de ello, existía la llamada “franja de la muerte” o tierra de nadie, un área de aproximadamente dos metros de anchura, limitada por una verja de dos metros de altura que, en algunos tramos, estaba minada y electrificada y se encontraba permanentemente vigilada por soldados armados y perros adiestrados.
Después de 28 años de oprobio, las políticas reformistas impulsadas desde mediados de la década de 1980 en la Unión Soviética por el líder soviético Mijail Gorbachov se tradujeron en la decisión de abrir poco a poco las fronteras de la República Democrática Alemana. El 9 de noviembre de 1989, finalmente, y después de una breve conferencia de prensa realizada por el jefe de prensa del Partido Comunista oriental, se anunció, visado mediante, la libertad para viajar hacia la otra Alemania o a cualquier parte del mundo, elecciones libres y la configuración de un Nuevo Gobierno. Ello pareció anunciar por fin el desmoronamiento de la aterradora estructura de hierro, cemento y alambre que por casi tres décadas aisló brutalmente a todo un pueblo.
Los alemanes del este reaccionaron de inmediato. Miles de berlineses, tanto del lado oriental como occidental, se aglomeraron frente al muro y sus barreras fronterizas tomando parte ese mismo día en una de las acciones político-sociales más relevantes del siglo XX: la caída del muro de Berlín.
Desde Leipzig hasta Dresde, más de un millón de alemanes se movilizaron exigiendo libertad de expresión y movimiento, liberalismo político, cese de discriminaciones y privilegios y el reconocimiento oficial de los representantes de los partidos políticos de oposición. El socialismo soviético había caído y, con él, su “muro de la vergüenza”.
El colapso de la Unión Soviética fue una de las pérdidas territoriales más repentinas y dramáticas que haya acaecido a algún Estado en la historia. Entre 1990 y 1992, el Kremlin perdió el control directo sobre un tercio del territorio soviético (la mayor parte había sido adquirida entre 1547 y 1945) que albergaba alrededor de la mitad de la población soviética al momento de la desintegración.
En medio de una profunda crisis económica, con una población gracias a la glasnost cada vez más consciente de la crueldad y la corrupción que había caracterizado la dictadura soviética, el nacionalismo vino a actuar como factor incontenible de disgregación del estado soviético, heredero del Imperio zarista.
El movimiento centrífugo se inició en las repúblicas bálticas, que durante el otoño de 1989 dejaron claro su intención de romper los lazos con un estado al que se habían unido como víctimas del Pacto que firmaron Molotov y Von Ribbentrop en 1939.
Paralelamente el nacionalismo aparecía en las repúblicas caucásicas, azuzado por el enfrentamiento entre armenios y azeríes en Nagorno-Karabaj en 1988.
El golpe militar frustrado fue como la señal de alarma que precipitó la huida precipitada de todas las repúblicas de una Unión Soviética que a nadie ya interesaba. Mientras el PCUS, el instrumento político que había aglutinado a la URSS, era prohibido.
DISOLUCION DE LA UNION SOVIETICA
El Tratado de Belavezha fue un acuerdo internacional firmado el 8 de diciembre de 1991 por los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia en la reserva natural de Belavézhskaya Pushcha. Estos acuerdos declaran la disolución oficial de la URSS poniendo fin a la vigencia del Tratado de Creación de la URSS. La disolución del Estado socialista más grande del mundo también marcó el fin de la Guerra Fría.
El muro, uno de los símbolos más patentes de la denominada “Guerra Fría”, el conflicto no declarado entre Estados Unidos y la Unión Soviética que dividió política y económica en dos grandes bloques al mundo entero, se extendió a lo largo de 45 kilómetros, dividiendo a la ciudad de Berlín en dos partes, además de 115 kilómetros que separaban a la parte occidental de la ciudad del territorio de la RDA.
Su pared medía más de cinco metros de altura y estaba coronada por un tubo de 40 centímetros de diámetro que impedía aún más la posibilidad de atravesarla. Aparte de ello, existía la llamada “franja de la muerte” o tierra de nadie, un área de aproximadamente dos metros de anchura, limitada por una verja de dos metros de altura que, en algunos tramos, estaba minada y electrificada y se encontraba permanentemente vigilada por soldados armados y perros adiestrados.
Después de 28 años de oprobio, las políticas reformistas impulsadas desde mediados de la década de 1980 en la Unión Soviética por el líder soviético Mijail Gorbachov se tradujeron en la decisión de abrir poco a poco las fronteras de la República Democrática Alemana. El 9 de noviembre de 1989, finalmente, y después de una breve conferencia de prensa realizada por el jefe de prensa del Partido Comunista oriental, se anunció, visado mediante, la libertad para viajar hacia la otra Alemania o a cualquier parte del mundo, elecciones libres y la configuración de un Nuevo Gobierno. Ello pareció anunciar por fin el desmoronamiento de la aterradora estructura de hierro, cemento y alambre que por casi tres décadas aisló brutalmente a todo un pueblo.
Los alemanes del este reaccionaron de inmediato. Miles de berlineses, tanto del lado oriental como occidental, se aglomeraron frente al muro y sus barreras fronterizas tomando parte ese mismo día en una de las acciones político-sociales más relevantes del siglo XX: la caída del muro de Berlín.
Desde Leipzig hasta Dresde, más de un millón de alemanes se movilizaron exigiendo libertad de expresión y movimiento, liberalismo político, cese de discriminaciones y privilegios y el reconocimiento oficial de los representantes de los partidos políticos de oposición. El socialismo soviético había caído y, con él, su “muro de la vergüenza”.
El colapso de la Unión Soviética fue una de las pérdidas territoriales más repentinas y dramáticas que haya acaecido a algún Estado en la historia. Entre 1990 y 1992, el Kremlin perdió el control directo sobre un tercio del territorio soviético (la mayor parte había sido adquirida entre 1547 y 1945) que albergaba alrededor de la mitad de la población soviética al momento de la desintegración.
En medio de una profunda crisis económica, con una población gracias a la glasnost cada vez más consciente de la crueldad y la corrupción que había caracterizado la dictadura soviética, el nacionalismo vino a actuar como factor incontenible de disgregación del estado soviético, heredero del Imperio zarista.
El movimiento centrífugo se inició en las repúblicas bálticas, que durante el otoño de 1989 dejaron claro su intención de romper los lazos con un estado al que se habían unido como víctimas del Pacto que firmaron Molotov y Von Ribbentrop en 1939.
Paralelamente el nacionalismo aparecía en las repúblicas caucásicas, azuzado por el enfrentamiento entre armenios y azeríes en Nagorno-Karabaj en 1988.
El golpe militar frustrado fue como la señal de alarma que precipitó la huida precipitada de todas las repúblicas de una Unión Soviética que a nadie ya interesaba. Mientras el PCUS, el instrumento político que había aglutinado a la URSS, era prohibido.
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