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Respuesta dada por:
2
La civilización del antiguo Egipto se perpetuó durante
3.000 años, en el transcurso de los cuales su arte apenas
experimentó cambios. Los primeros artistas egipcios
concibieron un sistema para describirlo todo, y aquel conjunto
de ideas paso de generación en generación
hasta fraguar como las normas de la representación por
excelencia, de las que ningún artista podía apartarse, pues
toda individualidad artística estaba prohibida.
La misión de los artistas era mostrarlo todo con la máxima claridad posible, sin ambigüedades. El arte era, por ende, diagramático en esencia. Las interpretaciones personales, los dibujos creados a partir de la observación de la vida y los adornos imaginativos u otras desviaciones estaban terminantemente prohibidos. En su lugar, durante sus largos aprendizajes, los artistas debían memorizar estrictos códigos de representación y aplicarlos en cada pintura, relieve o escultura. Tras la aparente simplicidad de las formas del arte egipcio subyacen un equilibrio harto complejo y una armonía en la regularidad geométrica y la disposición de cada elemento. El objetivo era evitar la estilización y la ambigüedad, pero, incluso a través de las formas inamovibles de representación, lograron crear un estilo único y característico de dibujo, admirado e imitado en exceso en los siglos venideros.
En 3.000 años sólo un faraón intentó cambiar la religión y el arte egipcios. Su creencia monoteísta en Atón, fuente de la vida y la luz, llevó al rey Akenatón a alentar a los artistas a concentrarse más en la vida que en la muerte y crear imágenes naturalistas más relajadas. Sin embargo, este período fue efímero. Los sacerdotes y los ancianos tildaron tales cambios de herejía y, tras la muerte de Akenatón, durante el reinado de su yerno Tutankamón, se reinstauraron las reglas egipcias del arte. Con todo, en estos escasos años el arte fue más individual que el producido durante el resto de la historia del antiguo Egipto.
La misión de los artistas era mostrarlo todo con la máxima claridad posible, sin ambigüedades. El arte era, por ende, diagramático en esencia. Las interpretaciones personales, los dibujos creados a partir de la observación de la vida y los adornos imaginativos u otras desviaciones estaban terminantemente prohibidos. En su lugar, durante sus largos aprendizajes, los artistas debían memorizar estrictos códigos de representación y aplicarlos en cada pintura, relieve o escultura. Tras la aparente simplicidad de las formas del arte egipcio subyacen un equilibrio harto complejo y una armonía en la regularidad geométrica y la disposición de cada elemento. El objetivo era evitar la estilización y la ambigüedad, pero, incluso a través de las formas inamovibles de representación, lograron crear un estilo único y característico de dibujo, admirado e imitado en exceso en los siglos venideros.
En 3.000 años sólo un faraón intentó cambiar la religión y el arte egipcios. Su creencia monoteísta en Atón, fuente de la vida y la luz, llevó al rey Akenatón a alentar a los artistas a concentrarse más en la vida que en la muerte y crear imágenes naturalistas más relajadas. Sin embargo, este período fue efímero. Los sacerdotes y los ancianos tildaron tales cambios de herejía y, tras la muerte de Akenatón, durante el reinado de su yerno Tutankamón, se reinstauraron las reglas egipcias del arte. Con todo, en estos escasos años el arte fue más individual que el producido durante el resto de la historia del antiguo Egipto.
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