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Como bien dices, cuando tocas una mesa de madera, por ejemplo, no te parece tan fría que una de metal aun estando en la misma habitación y, por tanto, teniendo la misma temperatura.
Lo que ocurre es que la madera, al ser mala conductora del calor, retiene parte del calor de tu propia piel, por lo que tu piel no pierde calor en el punto de contacto. Sin embargo, en el caso de la mesa de metal el calor de tu piel en la zona de contacto es disipado; se pierde; eso se traduce en una sensación de que la mesa metálica es más fría
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