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Estamos en la escena segunda del segundo acto, en el jardín de los Capuleto. Romeo mira hacia a la ventana del balcón de la casa de la familia rival; encuentra en la Julieta que aparece con el resplandor de la ventana, con palabras inconmensurables de Shakespeare, «al sol que asoma del Oriente». Ambos enamorados se hablan con ingenua y desesperada felicidad. Todo el diálogo es de una belleza abrumadora. Cuando toca despedirse, Julieta dice:
«Casi amanece ya. Quisiera que te marchases, aunque no más lejos que el pajarillo de una niña juguetona, que lo suelta, dejando que brinque un poco, como pobre prisionero amarrado a sus grillos; y con un hilo de seda le atrae hacia sí otra vez, amorosamente celosa de su libertad…»
«Casi amanece ya. Quisiera que te marchases, aunque no más lejos que el pajarillo de una niña juguetona, que lo suelta, dejando que brinque un poco, como pobre prisionero amarrado a sus grillos; y con un hilo de seda le atrae hacia sí otra vez, amorosamente celosa de su libertad…»
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gracias
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