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El desembarco oficial de esta doctrina tendrá lugar esta próxima semana de la mano de conferencias en varias ciudades españolas impartidas bajo el título de Lo que Darwin no sabía por miembros de una asociación estadounidense denominada Médicos y Cirujanos por la Integridad Científica, en la que militan algunos españoles.
La gran confusión que intentan infundir los creacionistas es presentar sus teorías como científicas. Su gran batalla en EE UU, después de que el Supremo calificara en 1968 el creacionismo de religión, es lograr que se enseñe en los colegios y entre en los libros de texto como alternativa o al menos como complemento al darwinismo, no dentro de la enseñanza de Religión, Historia o Sociología. Pues dentro de la religión católica, el creacionismo no es una novedad en España. La novedad es que se presente como ciencia pese a ser lo que la astrología a la astronomía.
Son unos militantes infatigables. Tanto que han logrado cruzar el charco. Lo que parecía un debate inherente a una de las sociedades más religiosas del mundo como es la de Estados Unidos, ha conseguido llegar a Europa, España incluida. Hace dos años consiguieron que el Foro Económico Mundial de Davos debatiera el creacionismo, aunque dado el rechazo de los científicos presentes, el dislate no tuvo consecuencias. Pero erre que erre, aquí están. Y mira por dónde, logran cobijo en las aulas de alguna que otra universidad pública (sí, sí, créanlo) y alguna caja de ahorros despistada (o no, vaya usted a saber).