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1. Introducción
2. "Explorando la democracia"
3. Breves ejemplos de la democracia y el estado de derecho en el perú
4. "Hechos recientes"
5. Conclusiones
6. Bibliografia
1. Introducción
Sin duda alguna el Perú exhibe actualmente una caricatura de democracia, con un Presidente Alberto Fujimori que apoyado por las Fuerzas Armadas y su servicio de inteligencia destruyó el Estado de Derecho e impuso en su lugar un régimen dictatorial que a través de una pequeña "camarilla" domina todos los poderes del Estado.
Imitando a los pulpos, el presidente Fujimori ha extendido sus largos brazos a cada una de las instancias establecidas por la Constitución Nacional para fiscalizar y contrapesar la acción gubernamental. Fujimori y sus allegados civiles y militares, que aspiran a perpetuarse en el gobierno, han pervertido el ejercicio del poder político, utilizando sus cargos para obtener mezquinos intereses personales o de grupo.
Aún más el gobierno se tomó la autoridad de desconocer la voluntad de cerca de 1 millón y medio de peruanos, que con sus firmas demarcaron la realización de un Referéndum en contra de la llamada "Ley de Interpretación Auténtica", aprobada por Fujimori para facilitar una nueva e ilegal reelección presidencial.
Cada parlamentario "de la mayoría", cada Ministro de Estado, cada Juez o Fiscal en el Perú, cada Funcionario que ha deseado saborear los placeres del poder en los últimos diez años, ha tenido que renunciar a su independencia, abdicar a sus funciones y más bien convertirse en un títere de Fujimori, y de Montesinos, que los han manejado y los manejan a su capricho y en función a sus propios intereses.
Quienes trataron de ejercer sus funciones con dignidad, con independencia, con criterio profesional, o bien fueron forzados a renunciar a sus principios, o tuvieron que sufrir las consecuencias de su decisión, sufriendo pronto las represalias.
Ahora se acepta como normal en el Perú que cada Ministro o parlamentario, o juez nombrado por el gobierno recite los libretos elaborados por el Servicio de Inteligencia manejado por el ex capitán del Ejército Vladimiro Montesinos. Jamás en toda la historia del Perú Republicano se había llegado a tan inmensa degradación de la función judicial o política.
La sumisión al poder de Fujimori permite por ejemplo que la señora Blanca Nélida Colán se mantenga más de seis años como soberana de la Fiscalía de la Nación, y que en lugar de defender los intereses del estado y de la sociedad peruana, haya concentrado sus esfuerzos en lavarle la cara, con el dinero de todos los peruanos, tanto a Fujimori, como a su asesor Vladimiro Montesinos, y al general golpista Nicolás Hermoza Ríos, entre otros personajes de la farándula política del Perú.
La Sra, Blanca Nélida Colán fue acusada por congresistas de la oposición de enriquecimiento ilícito, ya que no pudo explicar claramente cómo es que logró comprarse una mansión evaluada en US$ 750,000, cuando su ingreso mensual, más el de su hermana, y el de su madre suman en total cerca de US$ 5,000.00 dólares.
De esta cantidad tiene que pagar US$ 4,178.00 como devolución del préstamo que irregularmente recibió del llamado "Banco Nuevo Mundo". Para tener derecho a un crédito de la magnitud que recibió la Sra. Blanca Nélida Colán, hay que demostrar un ingreso mínimo mensual tres veces más grande que el valor de la cuota que se va a pagar cada mes. Como tantos casos de corrupción seguramente este también va a quedar en las nieblas y tinieblas de la impunidad.
El nepotismo que caracteriza al gobierno de Fujimori se practica desvergonzadamente en todos los niveles de la administración del estado. Tanto Fujimori, como su asesor Montesinos, y cualquier funcionario o congresista de la fila del gobierno, actúan como que si el estado peruano fuese su propiedad privada, regalan puestos de trabajo a sus hermanos, hijas, sobrinos, y otros familiares directos e indirectos en funciones de gran responsabilidad, incluidos puestos de asesores ministeriales, diplomáticos, representantes en el exterior, jefes militares, sin considerar para nada la falta de calificación o de competencia para ejercer digna y eficientemente dichos puestos.
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