Respuestas
Este árbol era cuidado especialmente por un labriego. Pero, un día, éste se presentó ante el rey muy asustado.
— Majestad —le dijo—, anoche han robado una manzana del árbol. Voy a poner a mi hijo mayor para que haga guardia esta noche, a ver si se repite el robo.
Así lo hizo, pero volvió a ser robada otra manzana de oro. Y todas las noches robaban, sin que el hijo del guardián, ni nadie pudiesen evitarlo.
Entonces, pusieron como guardián al más joven de los hijos, y éste vio que un pájaro de oro cogía una de las manzanas del árbol prodigioso y se la llevaba. El joven le disparó un flechazo, pero sólo cayó una pluma del pájaro. Mas esta pluma era de oro; el rey, dirigiéndose al labrador, le dijo:
— Si quieres que perdone tu descuido, debes traerme el pájaro de oro.
El labriego envió a su hijo mayor en pos del pájaro. En el camino se encontró con un zorro, el cual, al ver que le apuntaba, le dijo:
— No dispares contra mí, y te daré un consejo. Cuando llegues a la aldea, verás dos posadas. Una, cómoda y agradable; la otra, fea y triste. Alójate en la segunda, aunque sea agradable; yo sé por qué te lo digo.
Pero el joven no le hizo caso y disparó contra el animal, haciéndolo huir al bosque.
Y cuando el joven llegó al pueblo, se alojó en la posada, contrariando los consejos del zorro, y encontró distracciones que, olvidando su cometido, no volvió a acordarse del pájaro de oro que buscaba.
Entonces, salió en su busca el segundo hijo del labriego, pero le sucedió lo mismo que a su hermano, e igual que él, hospedó en la posada de mejor apariencia. Como ninguno de los hermanos regresaba, el más joven de todos salió en busca pájaro de oro. Al encontrarse con el zorro no disparó contra él.
— Monta sobre mi cola y te llevaré al pueblo —le dijo zorro.
El zorro, cargado con el joven, pareció volar, y lo la posada incómoda, diciéndole:
— Mañana irás al castillo negro y verás que toda servidumbre está dormida. Sobre una mesita está el pájaro oro dentro de una jaula de madera, y a su lado hay otra dorada. Sácalo pero no intentes cambiarlo de jaula.
El joven hizo la promesa de seguir las instrucciones, cuando vio la jaula de oro, no pudo resistir la tentación agarrarla. Entonces, el pájaro de oro gritó hasta despertar a la servidumbre, quien condujo al joven a presencia del castillo.
— Mañana serás ahorcado —dijo éste— si no me traes el caballo de oro que corre como el viento.
El joven se puso en camino y se mostraba indeciso, pues no sabía dónde ir, cuando se encontró con el zorro.
— En el palacio blanco encontrarás a todos dormidos, y el caballo tendrá dos sillas, una nueva y otra vieja; pero escoge tú la vieja y verás —le dijo el zorro.
A pesar de ello, el joven escogió la nueva, y cuando la puso al caballo, éste relinchó hasta despertar a toda la gente, que cogió al muchacho y lo llevó ante el señor del palacio.
— Te haré cortar la cabeza —le dijo— si no me traes a la hija del rey.
El joven encontró al zorro cuando salía del palacio, y éste le dijo:
— A media noche, la princesa toma un baño. Bésale la mano y ella te seguirá donde quieras; pero no permitas que se despida de sus padres.
El joven siguió al pie de la letra las instrucciones del zorro, y pudo así llevarse a la princesa. Al verlos, el zorro les dijo:
Todo salió con éxito, y nuestro joven héroe regresó al palacio del rey, le entregó el pájaro de oro y salvó así a su padre. Luego se casó con la princesita y, cuando el rey murió, como no tenía hijos, le dejó su reino para que lo gobernara.
No quise darte dos estrellas queria darte cinco estrellas me equivoque