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No hay, por el momento, estudios epidemiológicos, aunque sí estimaciones, sobre personas que podrían cumplir el diagnóstico de vigorexia, un trastorno de índole psicológica. El informe "Ortorexia y vigorexia: ¿nuevos trastornos de la conducta alimentaria?", de las psicólogas Rosario Muñoz y Amelia Martínez, relata que en España unas 20.000 personas sufren vigorexia, lo que supone 1 de cada 2.000 personas. De ellas, el 80% son hombres.
Aunque se denomina "la anorexia de los 90", es un trastorno distinto, no estrictamente alimentario, si bien comparte la preocupación enfermiza por la figura y una distorsión de la imagen corporal. El miedo a estar obeso y una preocupación exagerada por la apariencia física, junto con el deseo siempre presente de ganar masa magra y ajustarla al máximo, propicia que el individuo se obsesione con la práctica de ejercicio y recurra a los ejercicios de musculación y pesas durante varias horas al día, en su mayoría, todos o casi todos los días de la semana. Los afectados se pesan varias veces en una sola jornada y se comparan con otros compañeros de gimnasio. El trastorno deriva en un cuadro obsesivo-compulsivo que favorece que se sientan fracasados, abandonen sus actividades y se encierren en gimnasios durante varias horas.