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Hay algo en lo que la mayoría de la gente concuerda: nadie es perfecto, todos hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos. Sin embargo, esta tendencia a cometer errores no justifica la maldad que nos rodea. Casi a diario se producen delitos -de mayor o menor gravedad- de los que somos testigos o nos enteramos por los medios de comunicación.
En realidad, casi todo el mundo reconoce que existen unos límites morales y que cada persona puede optar por cruzarlos o no. De hecho, a nadie se le escapa la diferencia entre una simple equivocación y una mentira descarada o entre herir a alguien por accidente y cometer un asesinato con premeditación. Aun así, las personas que hacen estas cosas terribles son, cada vez con más frecuencia, las que menos nos imaginamos. entonces, ¿qué lleva a la gente a comportarse así?
La Palabra de Dios aclara por qué mucha gente hace lo que sabe que está mal. Veamos algunas razones.