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La primera vez fue en octubre de 1983, en medio del escándalo desatado por los señalamientos del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla en el Congreso de la República.
El expresidente Virgilio Barco y su entonces secretario general, Germán Montoya Vélez. / ArchivoPablo Escobar Gaviria y sus amigos de negocios ilegales intentaron que el entonces Procurador General de la Nación, Carlos Jiménez Gómez, fuera portador de su propuesta. Antes de irse a la guerra contra el Estado y la sociedad, los capos del Cartel de Medellín propusieron una negociación política para desarticular su negocio y saldar sus cuentas con la justicia.
La idea no cuajó porque ya el país estaba inmerso en la confrontación del gobierno de Belisario Betancur contra las mafias del narcotráfico. Sobre todo después de los intentos del Cartel de Medellín de tratar de desacreditar al ministro Lara Bonilla a través de la supuesta financiación de su campaña política, con un cheque de un tal Evaristo Porras, mafioso del Amazonas. La propuesta de los narcotraficantes nunca se contempló a nivel de Estado, pero a la vuelta de la esquina volvió a plantearse en un momento trágico.
Después del asesinato de Rodrigo Lara Bonilla en abril de 1984, la mayoría de los capos del narcotráfico huyeron hacia Panamá. Menos de un mes después del magnicidio del ministro de Justicia, a través del expresidente Alfonso López Michelsen, volvieron a proponerle al Estado una negociación política antes de persistir en su guerra. En una suite del hotel Marriott de Panamá, por mediación del ingeniero Santiago Londoño White, el propio Escobar Gaviria y Jorge Luis Ochoa le entregaron al expresidente López su fórmula.
El trueque ofrecido por Pablo Escobar, sus socios y sus secuaces fue desmontar de inmediato el negocio del narcotráfico, repatriar sus capitales a Colombia, retirarse de la política y colaborar con el Gobierno en la erradicación del consumo de droga, a cambio de la no extradición y una negociación para saldar sus cuentas judiciales. El expresidente Alfonso López, quien aceptó el encuentro porque casualmente estaba por los mismos días en Panamá, informó de inmediato todo lo sucedido al presidente Betancur.
Aunque Betancur rechazó la propuesta, entre otros aspectos por considerarla una ofensa ante el reciente asesinato de su ministro Rodrigo Lara, de todos modos comisionó a su ministro de Comunicaciones, Bernardo Ramírez, para que convinieran un eventual encuentro, con participación del expresidente Alfonso López y el concurso del procurador Carlos Jiménez Gómez. Por esta razón, el 26 y 27 de mayo de 1984, el jefe del Ministerio Público viajó a Panamá y se reunió con los capos del narcotráfico.
Años después, el propio Carlos Jiménez Gómez, en su libro ‘Testigo del diluvio’, admitió cómo se dio este encuentro, y de qué manera lo hizo a petición del presidente Betancur. De esa cita del Procurador con los capos surgió un documento que Jiménez entregó al presidente Betancur, con una copia que se hizo llegar a un consejero de la Embajada de los Estados Unidos en Bogotá, pues a juicio del Ejecutivo, ninguna posibilidad de negociación con los capos de la droga podía hacerse sin el concurso de Estados Unidos.