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El relato comienza con la confesión del protagonista, que admite ser muy nervioso, pero niega estar loco. Así comienza a hablar de la víctima, a la que llama “el viejo”. No lo odiaba, ni tenía nada contra él, ni discutió con él. Sencillamente, el viejo tenía un ojo cubierto de un velo azul pálido, semejante al de un buitre, y cuya mirada le desagradaba. El protagonista deseaba matar al viejo para librarse la mirada de ese ojo.
Es de ese modo como el hombre detalla de modo minucioso cómo planificó los detalles del crimen, y cómo iba todas las noches de manera muy silenciosa a ver dormir al viejo, ayudado por una pequeña lámpara. Se asomaba cada noche en la habitación, pero cada noche desistía de matarlo, porque el viejo tenía los ojos cerrados, y lo que le molestaba era la mirada del “ojo de buitre”. Todo este ritual se mantuvo idéntico durante siete noches. Durante el día, el protagonista trataba al viejo con la mayor amabilidad; incluso mayor de la que le dispensaba habitualmente.
El hombre entonces narra los hechos de la octava noche, cuando el viejo se despierta sobresaltado por la presencia de alguien en su habitación. No podía ver a nadie porque el protagonista no ha encendido la lámpara, y la habitación tenía las ventanas selladas. El asesino se queda quieto a la espera de que el viejo vuelva a dormirse, pero el anciano se mantiene sentado a la espera, sintiendo que había alguien más. El protagonista abre un poco la lámpara para ver la escena, y ve el ojo de buitre al que tanto odia. Lo que termina de precipitar los hechos, es que el asesino percibe, cada vez más fuertes, los latidos del corazón del viejo. Creyendo que los latidos despertarán a los vecinos, el protagonista termina de abrir la lámpara y se abalanza sobre el viejo que emite un grito, dándole muerte. No se especifica cómo lo mata.
El protagonista narra a continuación, muy satisfecho, cómo se deshizo del cuerpo, insistiendo en que tal labor no pudo ser obra de un loco. Explica que se ocupó de desmembrar el cadáver con mucho cuidado y sin ensuciar. Luego levantó tres tablones del piso, dejando espacio suficiente para ocultar allí las partes del cuerpo. A continuación restituyó los tablones, completando un trabajo del que no dejó huella.
Sin embargo, un vecino pudo oír el grito del viejo antes de morir, y llamó a la policía. Tres oficiales se presentaron para averiguar sobre el hecho, y el protagonista cuenta cómo los recibió, les hizo pasar y ofreció asiento. Les dijo que el viejo salió de viaje, y les mostró la habitación intacta. Los policías se quedaron unos minutos a conversar, y el asesino comenzó a percibir un rumor que lo ponía cada vez más nervioso. Dijo que el retumbar crecía en intensidad, y estaba convencido que los policías podían oírlo, pero que se hacían los desentendidos para burlarse de él. Al final, se derrumba, admite el crimen y dice dónde estaba el cuerpo, porque estaba convencido de que el rumor se debía al corazón del viejo, que aún latía debajo de las tablas.
Comenzaron a charlar de temas sin importancia pero al poco tiempo Resumen del cuento de Edgar Allan Poe, "El Corazón Delator"
Marcos quería mucho a su abuelo pero tenía un gran problema con su ojo, ya que era semejante al de un buitre, de color azul pálido y cada vez que posaba su mirada en él se le helaba la sangre.
Poco a poco comenzó a tener la idea de matar al anciano y quitarse de encima ese ojo para siempre; cada noche a las doce presionaba la manija de la puerta de su habitación muy suavemente y con tanto cuidado, que a veces tardaba una hora en entrar.
Llegada la octava noche actuó con más precaución al abrir la puerta pero su brazo rozó la manija y el abuelo se despertó. Marcos alumbró con su linterna y vió el ojo de buitre al mismo tiempo que oía como latía el corazón del anciano lo que aumentó su nerviosismo.
De un solo zarpazo le da muerte y el abuelo solo pudo esbozar un grito, el corazón había dejado de sonar.
Marcos cortó en pedazos al abuelo y lo enterró debajo de la casa tapándolo con unas tablas de madera. Cuando el reloj marcó las 4 de la mañana, llamaron a la puerta, era la policía; un vecino había escuchado un grito durante la noche.
Marcos recibió a los oficiales y despreocupado les dijo....fui yo quien gritó por un sueño que tuve; les dijo que el viejo se había ido de viaje y los condujo por toda la casa para que revisaran, llevándolos hasta el recinto donde estaban los restos del abuelo; colocó sillas para que se sentaran y el colocó la suya justo donde había enterrado al abuelo.
Marcos comenzó a ponerse nervioso, le dolía la cabeza y quería que se marcharan así que intentó seguir la conversación para librarse de aquella sensación pero se dió cuenta que el ruido no lo producían sus oídos.
Marcos comenzó a escuchar el sonido de los latidos de un corazón cada vez con más y más intensidad, desesperado por el ruido vió que los oficiales seguían conversando como si nada pasara y creyó que estos lo sabían todo y cuando ya no pudo soportar más aquellas sonrisas, gritando confesó su crimen.
El latido del corazón y su conciencia lo habían delatado.
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