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En un solo día, se informó al patriarca Job de la pérdida de todos sus 10 hijos, todo su ganado y muchos de sus siervos. En el capítulo 1 del libro de Job, aprendemos que mientras uno de sus siervos estaba contándole acerca de un grupo de sabeos que había tomado sus bueyes y asnos, y matado a todos los siervos que cuidaban los animales (excepto a él), otro siervo llegó mientras el otro todavía hablaba. Este segundo siervo dijo a Job que cayó fuego del cielo y consumió a sus ovejas y siervos. Otra vez, mientras este siervo estaba hablando, un tercer siervo vino y relató a Job que un grupo de caldeos había tomado todos sus camellos y había matado a todos los siervos excepto a él. Finalmente, mientras el tercero hablaba, un cuarto siervo vino y trajo noticias peores—todos los 10 hijos de Job habían perecido cuando un gran viento golpeó la casa donde estaban y causó que cayera sobre ellos. Sus 7,000 ovejas, 3,000 camellos, 500 yuntas de bueyes, 500 asnas, muchos siervos y 10 hijos desaparecieron en un pestañear. Y como si ser privado de sus posesiones y sus hijos no fuera suficiente, el cuerpo de Job contrajo una enfermedad desde la coronilla hasta sus pies, su mujer le recomendó “maldecir a Dios, y morirse”, y el consuelo de sus “amigos” dio origen a acusaciones injustificadas.
Debido a la extensión de la destrucción física y el sufrimiento mental hastab que murio