Respuestas
El desarrollo urbano, característico de los siglos XII y XIII , recibió nuevo impulso en el siglo, XVI , pero sobre bases muy distintas. La burguesía que lo estimuló, ya no era la misma que había constituido los primeros municipios. Esta es mucho más potente y ambiciosa. Industríales y comerciantes enriquecidos, compran tierras y adoptan un modo de vida lo más semejante posible al de la nobleza.
Por el contrarío, el alza de precios afecta, duramente, al proletariado, obreros y artesanos. De ahí los fenómenos de motín, de huelga (en Lyon, por ejemplo, en 1539, entre los impresores).
En no pocos casos la organización de los artesanos en «cofradías» o asociaciones profesionales se prohibe o considera ineficaz, mientras que la nueva clase social urbana, que no se identifica en ninguno de los grupos tradicionales y que no se define más que por su poder financiero y el uso que hace del mismo, va adquiriendo una autoridad cada vez mayor. A partir del siglo XVI la nueva burguesía se orienta, particularmente, hacía las carreras jurídicas y el servicio del Estado.
La nobleza feudal, al menos la que no encuentra el medio de asociarse a las nuevas operaciones lucrativas del comercio, se ve afectada por la evolución económica. Se empobrece y disminuye en número. Aquellos señores hacendados que no mueren en la guerra, ven reducirse su importancia social al mismo ritmo que sus rentas. En efecto, mientras el alza de precios es favorable a la nueva burguesía, perjudica a la nobleza que vive de rentas invariables. Sí los precios se han cuadruplicado en un siglo, la renta de un terrateniente ha resultado reducida a un cuarto en el mismo período.
Esta ruina progresiva de la pequeña nobleza dependiente de la tierra es general en Europa: alcanza al hidalgo español, al chevalier francés, al Ritter alemán. En todos estos casos, los empuja hacia la aventura para remediar esta decadencia social, que fue particularmente grave en Alemania, donde se interfiere con la Reforma luterana. Esto explica la rebelión armada de la pequeña nobleza exasperada o apasionada, como la Liga de Smalkalda, que fue deshecha por Carlos V, y la ferocidad de la represión de los campesinos.