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La historia política del Imperio Bizantino comienza con los emperadores Teodosio y Arcadio, quiene logran, pese a la caída de Roma en manos de los visigodos, mantener a salvo a la ciudad de Constatinopla. A los primeros reinados de Bizancio le sigue el más esplendoroso de todos, el del Emperador Justiniano, quien pudo además de defender las posesiones orientales, expandirse hacia el sur y hacia el occidente. La dependencia de la corona bizantina de la religión cristiana hizo que el Imperio experimentara un retroceso debido a las guerras iconoclastas y también por las luchas contra la herejía. Frente a la amenaza árabe en expansión el Imperio Bizantino fue perdiendo cada vez más fuerza hasta que las instituciones imperiales no pudieron sostenerse más y el imperio islámico se asentó sobre la ciudad de Bizancio, renombrándola Estambul.