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A pesar de que existen muchas formas para expresar identificación psico-sociocultural, la música es la única que nos involucra a todos. Junto con el lenguaje, esta manifestación artística (pues requiere de habilidad) y cultural (pues es parte de nuestra forma de vida) es uno de los únicos mecanismos que, aparte de aparecer sólo en la especie humana, se desarrolla de forma fenotípica, es decir, viene en nuestros genes, se activa con la interacción y se hace notoria concretamente. La música tiene su mayor influencia en la adolescencia, cuando el ser humano busca definir la personalidad que tendrá en su estado adulto.
Debido a esto, el ser humano es, por naturaleza, un ser musical. Y es así como lo plantea el Dr. Stefan Kölsch, neurocientífico del Instituto Max-Planck de Alemania, quien en un estudio junto a su equipo llegó a la conclusión de que el cerebro humano ha desarrollado una gran afinación para recepcionar y producir música, no importando la educación musical del individuo o si a éste le interesa mucho la música. “Vemos en nuestros experimentos que la gente, que a sí misma se considera muy poco musical y que nunca ha tocado un instrumento, es capaz de procesar la información musical que le presentamos de forma muy precisa y con gran exactitud”.
Todo esto es lo que nuestra historia nos revela. Hace más de 300 mil años, los primeros homínidos ya daban señales de expresión musical, tanto a través de sonidos vocálicos como con instrumentos de madera, hueso o piedra. El proceso de producción musical se volvió cada vez más complejo y el sentido de la música se tornó tan importante que ésta se convirtió en un instrumento de multiuso para toda clase de actividades, ritos y expresiones artísticas y emocionales.
La música es un magnífico punto de referencia para que los seres humanos nos identifiquemos, ampliamente en sociedades y particularmente en individuos. Cada punto geográfico, histórico, social y psicológico tiene su particularidad musical, la cual está fuertemente ligada a su idiosincrasia y/o personalidad.
Cada cultura alrededor del mundo posee su propia música (es más, si hablamos de la fuerte relación entre el lenguaje y la música, nos daremos cuenta que van encauzados a la par y son mucho más cercanos el uno del otro de lo que pensamos; pero no entraré al tema del lenguaje esta vez) y ésta a su vez refleja su peculiaridad. Por ejemplo, en Brasil, la samba refleja la alegría de su gente. En Cuba, la salsa muestra que los cubanos son gente vivaz y alborozada. El techno-dance, un tipo de música más contemporánea, manifiesta la diversidad cultural liberal que existe en Holanda. Así hay miles de ejemplos en cada país y zona del mundo.
Faceta de baile (synth pop, dance pop, electro pop, bubblegum pop). Ligada a la música dance; su principal característica es una coreografía y una letra romántica, sexual o que en alguna medida tenga que ver con el baile. Generalmente tiene base electrónica. Algunos de sus exponentes son Miranda y Pink. A pesar de que la gran masa se identifica con ella, sus verdaderos adeptos son aquellas personas a las que le gustan las fiestas y la diversión.
Faceta depresiva y freaky (brit-pop y sus subclases, pop psicodélico, dream pop, goth pop). Este es el Pop con mayor expresión sentimental y musical. Generalmente lo toca una banda. Es música depresiva, en extrañas ocasiones tiene dualidades alegres y bailables, pero esto es justificable por la variabilidad de orientaciones sexuales de sus adeptos y las distintas aceptaciones que esto pueda traer. Algunos grupos de esta categoría son Blur, Placebo y Evanescense).
En resumen, todos los géneros musicales tienen una enorme influencia en nuestra personalidad (a nivel de individuo) y en nuestra idiosincrasia (a nivel de sociedad). Por lo tanto, podemos concluir que desde que el ser humano apareció en la tierra la música ha sido una forma esencial de identificación y expresión. Más que la literatura, pues ésta no involucra a todas las sociedades, y más que la pintura, pues ésta no involucra a todos los individuos, la música define nuestra identificación, nuestro mundo, nuestra personalidad y, de cierta forma, nuestra historia como seres humanos.
Debido a esto, el ser humano es, por naturaleza, un ser musical. Y es así como lo plantea el Dr. Stefan Kölsch, neurocientífico del Instituto Max-Planck de Alemania, quien en un estudio junto a su equipo llegó a la conclusión de que el cerebro humano ha desarrollado una gran afinación para recepcionar y producir música, no importando la educación musical del individuo o si a éste le interesa mucho la música. “Vemos en nuestros experimentos que la gente, que a sí misma se considera muy poco musical y que nunca ha tocado un instrumento, es capaz de procesar la información musical que le presentamos de forma muy precisa y con gran exactitud”.
Todo esto es lo que nuestra historia nos revela. Hace más de 300 mil años, los primeros homínidos ya daban señales de expresión musical, tanto a través de sonidos vocálicos como con instrumentos de madera, hueso o piedra. El proceso de producción musical se volvió cada vez más complejo y el sentido de la música se tornó tan importante que ésta se convirtió en un instrumento de multiuso para toda clase de actividades, ritos y expresiones artísticas y emocionales.
La música es un magnífico punto de referencia para que los seres humanos nos identifiquemos, ampliamente en sociedades y particularmente en individuos. Cada punto geográfico, histórico, social y psicológico tiene su particularidad musical, la cual está fuertemente ligada a su idiosincrasia y/o personalidad.
Cada cultura alrededor del mundo posee su propia música (es más, si hablamos de la fuerte relación entre el lenguaje y la música, nos daremos cuenta que van encauzados a la par y son mucho más cercanos el uno del otro de lo que pensamos; pero no entraré al tema del lenguaje esta vez) y ésta a su vez refleja su peculiaridad. Por ejemplo, en Brasil, la samba refleja la alegría de su gente. En Cuba, la salsa muestra que los cubanos son gente vivaz y alborozada. El techno-dance, un tipo de música más contemporánea, manifiesta la diversidad cultural liberal que existe en Holanda. Así hay miles de ejemplos en cada país y zona del mundo.
Faceta de baile (synth pop, dance pop, electro pop, bubblegum pop). Ligada a la música dance; su principal característica es una coreografía y una letra romántica, sexual o que en alguna medida tenga que ver con el baile. Generalmente tiene base electrónica. Algunos de sus exponentes son Miranda y Pink. A pesar de que la gran masa se identifica con ella, sus verdaderos adeptos son aquellas personas a las que le gustan las fiestas y la diversión.
Faceta depresiva y freaky (brit-pop y sus subclases, pop psicodélico, dream pop, goth pop). Este es el Pop con mayor expresión sentimental y musical. Generalmente lo toca una banda. Es música depresiva, en extrañas ocasiones tiene dualidades alegres y bailables, pero esto es justificable por la variabilidad de orientaciones sexuales de sus adeptos y las distintas aceptaciones que esto pueda traer. Algunos grupos de esta categoría son Blur, Placebo y Evanescense).
En resumen, todos los géneros musicales tienen una enorme influencia en nuestra personalidad (a nivel de individuo) y en nuestra idiosincrasia (a nivel de sociedad). Por lo tanto, podemos concluir que desde que el ser humano apareció en la tierra la música ha sido una forma esencial de identificación y expresión. Más que la literatura, pues ésta no involucra a todas las sociedades, y más que la pintura, pues ésta no involucra a todos los individuos, la música define nuestra identificación, nuestro mundo, nuestra personalidad y, de cierta forma, nuestra historia como seres humanos.
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