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En la prolífica trayectoria intelectual del constitucionalista Roberto Blanco Valdés (La Estrada, 1957) se han sucedido los estudios históricos (varios libros sobre los orígenes de la España liberal), los análisis de nuestra Carta Magna (La Constitución de 1978), la atención a los problemas derivados de la ordenación territorial en la España actual (Nacionalidades históricas y regiones sin historia) y, más recientemente, un estado de la cuestión de su comunidad autónoma (La construcción de la autonomía gallega). En su caso, la labor de examen erudito se ha complementado de modo sistemático con una manifiesta voluntad de llegar al público no especializado en el intrincado entramado jurídico mediante artículos divulgativos en periódicos y revistas. En el libro que ahora comentamos, esas dos vertientes -erudita y divulgativa- se dan la mano en una excelente síntesis de historia constitucional europea.
Aquí, con el atractivo pero también ambiguo título de La construcción de la libertad, Blanco Valdés se propone explicar cómo los textos constitucionales europeos se convirtieron en “la clave de nuestra libertad”. Más concretamente, se trata de iluminar un largo y zigzagueante proceso histórico (algo más de dos siglos, desde fines del XVIII) que ha significado -desde la perspectiva jurídica que aquí resulta crucial- la consecución en los diversos Estados europeos de ese complejo sistema de derechos y garantías que nos permiten hoy diagnosticar con satisfacción que la libertad y el constitucionalismo constituyen el “patrimonio común de nuestro continente”.
El punto de partida de este periplo histórico es la exploración de las distintas ideas de libertad que sustentan tres teóricos (Benjamin Constant, Stuart Mill y Walter Bagehot). Esa breve introducción doctrinal conduce a la primera parte, “Orígenes”, constituida por tres capítulos que trazan sucesivamente el panorama de la Europa anterior a la Revolución francesa, el establecimiento de un nuevo orden liberal y la comparación entre Europa y Norteamérica. Este cotejo entre la situación del viejo y el nuevo mundo se repite en la segunda parte (“Fundamentos”), dedicada a estudiar el “invento constitucional” como el “gran hallazgo de la Revolución”: la nación se convierte en parlamento nacional, aunque la construcción de un sistema representativo presenta en la práctica múltiples cortapisas y limitaciones (por ejemplo, el sufragio restringido).
Aquí, con el atractivo pero también ambiguo título de La construcción de la libertad, Blanco Valdés se propone explicar cómo los textos constitucionales europeos se convirtieron en “la clave de nuestra libertad”. Más concretamente, se trata de iluminar un largo y zigzagueante proceso histórico (algo más de dos siglos, desde fines del XVIII) que ha significado -desde la perspectiva jurídica que aquí resulta crucial- la consecución en los diversos Estados europeos de ese complejo sistema de derechos y garantías que nos permiten hoy diagnosticar con satisfacción que la libertad y el constitucionalismo constituyen el “patrimonio común de nuestro continente”.
El punto de partida de este periplo histórico es la exploración de las distintas ideas de libertad que sustentan tres teóricos (Benjamin Constant, Stuart Mill y Walter Bagehot). Esa breve introducción doctrinal conduce a la primera parte, “Orígenes”, constituida por tres capítulos que trazan sucesivamente el panorama de la Europa anterior a la Revolución francesa, el establecimiento de un nuevo orden liberal y la comparación entre Europa y Norteamérica. Este cotejo entre la situación del viejo y el nuevo mundo se repite en la segunda parte (“Fundamentos”), dedicada a estudiar el “invento constitucional” como el “gran hallazgo de la Revolución”: la nación se convierte en parlamento nacional, aunque la construcción de un sistema representativo presenta en la práctica múltiples cortapisas y limitaciones (por ejemplo, el sufragio restringido).
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