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En la etapa de la adolescencia los jóvenes se enfrentan a diferentes situaciones que ponen a prueba su capacidad de decisión.
Ya sea decir no a las drogas, negarse a probar alcohol si se va a manejar, o estudiar para un examen antes que ir a una fiesta, se convierten en peldaños que forjan la personalidad del joven y lo preparan para una exitosa o penosa adultez.
Según la psicóloga Olga Susana Otero, "es necesario que los jóvenes visualicen la dimensión real de las decisiones que cada día toman sean grandes o no, pues en esa medida aprenderán a tomarlas adecuadamente y serán consecuentes con ellas".
En este sentido, desde los hábitos alimentarios que asume, hasta el rendimiento académico que tiene, serán decisiones con importancia, una a largo plazo con la salud y la otra con resultados inmediatos en el colegio o la universidad.
Según estadísticas, casi el 30% de los jóvenes ad portas de salir del colegio aún no saben cuál carrera estudiarán, situación que preocupa a más de un sector pues el futuro de las industrias depende de los nuevos profesionales.
No obstante, la indecisión de los jóvenes no sólo se manifiesta así. Cuando hay que cambiar de colegio muchos adolescentes evitan decidir; cuando se trata de un trabajo grupal muchos relegan las decisiones o cuando se habla de una decisión familiar muchos prefieren no participar.
El psiquiatra Camilo Umaña explica que, "la capacidad de tomar decisiones se forja con el apoyo de los padres hacia los hijos. Es muy importante que en los núcleos familiares se involucre a los niños en la toma de decisiones y se explique el porqué se toma de esa manera".
Este tipo de comportamiento familiar, agrega Umaña, hará que sea algo menos traumático y dispendioso el proceso de toma de decisiones y que se forje el "criterio de ir creciendo con responsabilidad ante la realidad".
Si los padres se muestran en desacuerdo mutuo se genera una sensación en el joven de que el mundo tiene una incertidumbre inmanejable, lo que genera personas dudosas y que rechazan la toma de decisiones.
Ya sea decir no a las drogas, negarse a probar alcohol si se va a manejar, o estudiar para un examen antes que ir a una fiesta, se convierten en peldaños que forjan la personalidad del joven y lo preparan para una exitosa o penosa adultez.
Según la psicóloga Olga Susana Otero, "es necesario que los jóvenes visualicen la dimensión real de las decisiones que cada día toman sean grandes o no, pues en esa medida aprenderán a tomarlas adecuadamente y serán consecuentes con ellas".
En este sentido, desde los hábitos alimentarios que asume, hasta el rendimiento académico que tiene, serán decisiones con importancia, una a largo plazo con la salud y la otra con resultados inmediatos en el colegio o la universidad.
Según estadísticas, casi el 30% de los jóvenes ad portas de salir del colegio aún no saben cuál carrera estudiarán, situación que preocupa a más de un sector pues el futuro de las industrias depende de los nuevos profesionales.
No obstante, la indecisión de los jóvenes no sólo se manifiesta así. Cuando hay que cambiar de colegio muchos adolescentes evitan decidir; cuando se trata de un trabajo grupal muchos relegan las decisiones o cuando se habla de una decisión familiar muchos prefieren no participar.
El psiquiatra Camilo Umaña explica que, "la capacidad de tomar decisiones se forja con el apoyo de los padres hacia los hijos. Es muy importante que en los núcleos familiares se involucre a los niños en la toma de decisiones y se explique el porqué se toma de esa manera".
Este tipo de comportamiento familiar, agrega Umaña, hará que sea algo menos traumático y dispendioso el proceso de toma de decisiones y que se forje el "criterio de ir creciendo con responsabilidad ante la realidad".
Si los padres se muestran en desacuerdo mutuo se genera una sensación en el joven de que el mundo tiene una incertidumbre inmanejable, lo que genera personas dudosas y que rechazan la toma de decisiones.
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