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En el siglo XXI, la educación seguirá transformando vidas y generando cambios en todas las áreas. La tecnología no reemplazará la labor educativa como tal; simplemente, la hará más eficaz ante las necesidades de los ciudadanos del siglo XXI.
De hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de su organismo para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha diseñado la Agenda de Educación Mundial, que pretende implementar hasta el año 2030, y en la cual se abordan temas como el acceso a la educación, la cobertura, las herramientas y su calidad en el mundo.
La importancia de la educación será todavía más significativa en regiones y países marcados por la desigualdad, la pobreza, la ausencia de derechos fundamentales, la falta de justicia y la exclusión social, entre otros factores.
Es más, ya lo estamos viendo: en los campos de refugiados y centros de acogida ubicados en sitios donde se han registrado crisis humanitarias, la educación de niños, adolescentes y jóvenes se ha convertido en el mejor recurso para superar esta situación y dotar a los afectados de nuevas alternativas de supervivencia.