• Asignatura: Religión
  • Autor: miltoneduardopa1528
  • hace 8 años

Quien fue micaela en la biblia?

Respuestas

Respuesta dada por: bilinletraS
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Santa Micaela



Mientras ella nacía en Madrid, su padre, aristócrata opulento y valiente militar, combatía contra los coraceros de Napoleón, a las órdenes de Castaños. El primer apellido Desmaisières, le venía de una antigua familia flamenca que medio siglo antes se había establecido en España; el segundo, López de Dicastillo, pertenecía a la más rancia nobleza española. La costumbre de la introspección, que tuvo Micaela en un grado eminente, se revela ya en estas palabras que nos describen su infancia: «Dios me dio desde niña un genio dulce, amable, amigo de la paz con todos. Era también holgazana, golosa, zalamera, muy compasiva y amiga de reconciliar los hermanos y criados.» 

La educación materna logró ahogar o disminuir fácilmente, aquellos defectos que empezaban a manifestarse en la niña. Fue una educación austera, a la manera de las grandes familias de antaño. Micaela tuvo que aprender a guisar y a planchar, «por lo que pudiera suceder»; a pintar, a bordar, a tocar diversos instrumentos, a compadecerse de los pobres, a despreciar el lujo y a pasar dos o tres horas en la iglesia, «embebecida en tiernos afectos». Se le tenía prohibido leer novelas, aunque es verdad que ella no tenía mucho gusto por esa lectura. «Si alguna, por ser buena, me la daban, jamás la concluía de leer, porque me decía: Si esto es mentira, no ha sucedido.» Se entretenía de mejor gana visitando a los coléricos, haciendo camisas para los pobres y reuniendo en su casa de Guadalajara a las niñas para enseñarlas la doctrina cristiana. 

A los treinta años, Micaela perdió a su madre, dejándola heredera de uno de los títulos vinculados en la familia, el de vizcondesa de Jorbalán. Desde entonces viaja durante ocho años a través de varios países, practicando siempre sus obras de caridad y haciendo progresos continuos en la vida interior. La vemos en Francia y en Bélgica al lado de sus hermanos, los condes de la Vega del Pozo, embajadores del Gobierno español en Bruselas y en París; llega hasta Londres, penetra en Alemania y permanece durante algún tiempo en Boulogne y en Burdeos. Por dondequiera que pasa, va dejando recuerdos de bondad y abnegación. No se olvida tampoco de las obras piadosas que ha empezado a organizar en Madrid. Hay una, sobre todo, que la preocupa y la persigue día y noche. Recorriendo los hospitales madrileños, ha encontrado infelices muchachas que cayeron en un momento de flaqueza o de obcecación. Entonces tuvo la primera inspiración de instituir una casa de refugio para redimir a aquellas mujeres del baldón y la miseria. Inaugurado el proyecto antes de salir de Madrid, la vizcondesa no vuelve a perderle de vista. Le vigila desde la embajada de París, le favorece con su dinero y sus consejos, y empieza a pensar que Dios la llama para aquella obra. 

Su vida por esta época es bastante original, según su propia expresión: «La mañana, en obras de caridad; el resto del día, en convites, paseo a caballo o en coche, y por la noche, al teatro, tertulias y baile. Añádase a esto el excesivo lujo y regalo en la mesa.» Seguía siendo tan aficionada a los dulces, que no podía pasar frente a una confitería sin entrar. Su hermano, el embajador, apreciaba tanto sus exquisitas cualidades de gentileza en el trato, su discreción en el hablar y su oportunidad en todo, que no podía separarse de su compañía. Por complacerle, aceptaba la vizcondesa aquella vida de sociedad, tratando de armonizarla con una intensa vida interior. Ella misma nos lo dice: «Como todo lo que pedía al Señor me lo concedía, le supliqué no ver nada cuando fuera a bailes o tertulias, para no ofenderle ni venialmente, y lo conseguí, de modo que salía del teatro y los salones sin haber perdido un solo momento la presencia de Dios.» Por lo demás, ella hacía por secundar la acción de la gracia, llevando bajo la seda ásperos cilicios o mirando hacia la escena con anteojos sin cristales. Al mismo tiempo, se esforzaba por vencer sus gustos y dominar su carácter impetuoso. Ella nos habla de su orgullo y de su genio enérgico y demasiado activo, y dirigiéndose a una amiga, escribía: «Llevo en París una vida tan tranquila, y tengo una conciencia tan sana, que esto sólo debía hacerme feliz si fuese mejor mi condición; pero este geniazo no se doma sin pena.» Ella sabía luchar hasta el heroísmo. Tenía un caballo que le era muy querido por su fidelidad y elegancia. Advirtió que no le faltaban movimientos de vanidad cuando montaba en él, y como nadie quiso comprárselo por no disgustarla, le rifó. Con lágrimas en los ojos viole salir de casa; pero el nuevo dueño, noticioso del sentimiento qué había hecho la vizcondesa, se lo regaló. «Avergoncéme —cuenta ella—de querer tanto a mi caballo, y para quitar este apego a una cosa terrena, le mandé vender en el mercado.» 

Respuesta dada por: wintergiron3
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Respuesta:

fue SANTA MICAELA

Explicación:

asi se llama mi abue

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