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El creacionismo está basado en la doctrina religiosa de la creación del hombre a partir del poder de una deidad. En el cristianismo se considera que todo lo que rodea al ser humano, incluso él mismo, se creó en 6 días, siendo el séptimo un día de descanso, razón por la que las semanas se han formado con siete días.
La teoría del creacionismo además de eximir al hombre de cualquier interacción en su evolución, requiere de la fe del creyente en un texto escrito hace miles de años. La teoría, por tanto, es totalmente inmutable e indemostrable, pues es la fe la que le otorga su veracidad.
El evolucionismo, en cambio, se basa concretamente en las teorías de Charles Darwin, que expuso en su libro “El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural” (1859). Según esta teoría el ser humano, así como todas las especies, evolucionan a lo largo de la Historia. Se considera al hombre descendiente de la especie animal del simio, principal polémica entre creacionistas y evolucionistas.
Como característica interesante, el evolucionismo es, además, cambiante. Se basa en la ciencia para su demostración y, conforme se amplía el conocimiento, también se intenta perfeccionar la teoría, que está abierta a todos los cambios necesarios y demostrados por la ciencia a lo largo de los años.