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El rey Carlos II de Habsburgo, apodado “El Hechizado”, siempre ha sido maltratado por la Historiografía. Los historiadores se limitaban a leer y repetir las fuentes de la época sin analizar científicamente y con rigor su figura, por ello la imagen de rey poco inteligente, estéril y enfermizo es la que aún predomina en nuestros días. Es cierto que Carlos II era estéril y sufría de muy mala salud, pero era un buen rey que mediante su “valido” (primer ministro), el duque de Medinaceli, quería emprender las reformas que tanto necesitaba la decadente España de la época. Desde la época del rey Felipe III el Imperio Español había alcanzado tal grado de desarrollo que los reyes necesitaban contar con validos y secretarios que les ayudaran a administrar el complejo Estado, pero los bandos nobiliarios solían disputar sórdidamente entre ellos por ocupar el cargo de valido del rey, lo que generaba una alta inestabilidad política. Las reformas políticas y económicas que pretendía llevar a cabo Carlos II no pudieron concretarse por la férrea oposición que encontró en los nobles y la Iglesia, los cuales temían perder sus vastos privilegios económicos y sociales.La mala salud de Carlos II y su falta de herederos convirtieron su sucesión en el principal asunto político europeo. Las vastas propiedades que tenia España eran un ambiciado botín que se empezaron a disputar por un lado Luis XIV de Francia, cuya madre, Ana de Habsburgo, era hermana del rey Felipe IV y su esposa, María Teresa de Habsburgo, era hija de Felipe IV y por otro lado el emperador Leopoldo I hijo también de una hermana de Felipe IV y casado con Margarita de Habsburgo, hija también de Felipe IV. Al estar primeras en la línea sucesoria la madre y esposa de Luis XIV por ser hijas mayores, correspondía a éste la sucesión, pero en el “Tratado de los Pirineos” de 1659, en el que se acordó la boda entre Luis XIV y María Teresa, existía una cláusula mediante la que Luis XIV renunciaba al trono de España a cambio de una compensación de medio millón de escudos de oro. España jamás pago la compensación económica, por tanto, legalmente Luis mantenía el derecho al trono.