• Asignatura: Castellano
  • Autor: cristoferstali
  • hace 9 años

porf me pueden decir coplas para guayaquil

Respuestas

Respuesta dada por: mpaulaac
4
*Ayer pase por tu casa y me tiraste un ladrillo, mañana vuelvo a pasar porque estoy construyendo una casa.
*Ayer pase por tu casa y me tiraste un televisor, si no es porque me corro, me plasma.

Fuente seria.

Respuesta dada por: mariitha08
1
Buena copla es la que deja,al que la canta o escucha,en el corazón, consuelo,y en los labios amargura.


que es el mismo pensamiento que un cantor anónimo exponía, al decir que
   Cantar que del alma salees pájaro que no muere;cantando de rama en rama,Dios manda que viva siempre.
La poesía popular es una flor humilde de los campos y por eso mismo es grata, porque con naturalidad y sencillez traduce el sentimiento ingenuo y también, por espontáneo, más adentrado en la tierra. Brota en los labios campesinos como fruto de sensibilidad que no se disfraza, pero que tiene la savia de un lirismo conmovedor, y que traduce tan atinadamente los móviles que conducen a esas almas sin reveses. El cantar de América es el heredero de la copla española; es un trasplante y un retoño. Se adaptó sin esfuerzo, a tal punto que a estas horas no se podría distinguir cuál de ellos se escribió en España, o en la vasta extensión de nuestra América. La copla española floreció en las Indias Occidentales. Los españoles que pasaron a la conquista la hicieron escuchar al indígena vencido; el mestizo la escuchó del labio de los padres y la tradujo a su propio sentir.El cantar llenó, más que con la melodía, con la intención que llevaba en su breve vuelo. Amor y dolor es el tema de los cuatro versos que forman estos pequeños poemas, que son también epigramas que saben herir como saetas para expresar la desilusión o   -94-   la venganza. La separación en asuntos resultaría muy difícil, porque, ya sea que se entone con alegría o con tristeza, lleva una intención que sólo los oyentes se encargan de descifrarla.La poesía popular se ha conservado y se ha extendido en América, hasta parecer que hubiera nacido en este suelo. Las coplas que se cantan con tanto sentimiento en las serranías, se repiten en los valles y en las costas y, a lo mejor, varias de ellas son actualmente populares en España. Sin embargo, el cantar es tan propio, refleja actitudes sentimentales tan nuestras, que con sólo su estudio se podría escribir de la psicología de estos pueblos y de su historia. El benemérito Juan León Mera, el primero en muchas iniciativas valiosas en el estudio de la literatura, recopiló en gran volumen los cantares ecuatorianos. Posteriormente se han hecho otros trabajos sobre el mismo tema, y, al revisar el último estudio de Darío Guevara, se podría afirmar cómo nuestro cantar traduce tan fielmente aun los acontecimientos que ocurren en este país, que con ayuda de ellos se podría muy bien trazar una pequeña historia, con interpretación trascendental y nueva.La procedencia del cantar es conocida; la copla española se volvió cantar. Es una continuación y una adaptación. La copla debió aparecer en la literatura después del romance. Los escritores castellanos del siglo XVI llaman copla a cada cuatro versos de un romance, indicándose de este modo el camino que siguió al formarse esta composición breve que buscaba tan sólo un oyente al que iba dedicada, para expresar con premura el anhelo oculto que adoptaba el verso para declararse. Las novias, las muchachas, no volverían ni siquiera la cabeza, pero en sus oídos resonaría con agrado el donaire.La copla es el sentimiento del pueblo que se compuso para cantar por los campos a pulmón lleno, o para decirla al son de una guitarra, o con acompañamiento del harpa callejera. Bien se ha argüido al decir   -95-   que no siempre es el pueblo el autor de la copla, con lo que se haría la distinción sugerida por don Ramón Menéndez Pidal entre lo popular y lo tradicional; pero una copla no tiene verdadero valor sino cuando se desprendió de manos de un autor conocido, para perderse en el anonimato de lo colectivo. En muchos casos, se conserva el recuerdo de poetas conocidos que soltaron a volar los cuatro versos; pero que al obtener esa libertad, si vuelve al lugar de la partida, regresa tan transformada, por no se sabe quién, que el mismo autor no la conoce.Francisco Rodríguez Marín, el notable comentador de El Quijote e interesante compilador del folklore, escribía que «así como el pensar de un pueblo está condensado y cristalizado en sus refranes, todo su sentir se halla contenido en sus coplas», que son como los pájaros que cantan cuando están alegres y otras, para espantar sus males.Manuel del Palacio dijo con precisión:


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