Respuestas
Vivir en solidaridad con los demás. Velar por que el fuerte no ignore al débil. He ahí un principio distintivo, una herencia moral sometida hoy a los cañonazos de la traición.
Si aquel fue un principio transversal exitoso, ¿por qué hoy no lo es? ¿Qué nos está convenciendo de actuar con olvido de ser buenas personas? ¿Qué nos ha hecho creer que ser grande es tener más, contradiciendo con nuestros actos el derecho de los otros a disfrutar también del bienestar? ¿Por qué evadimos al débil, al pobre, al migrante, al diferente? ¿Qué nos está haciendo creer que se puede vivir aislando con alambradas y vidrios polarizados la pobreza creciente y amenazante del vecindario?
El abandono de la solidaridad nos arrastra en dirección contraria al bien común que mostramos ayer como rasgo peculiar de nuestra forma de vida. La sociedad centroamericana, otrora más integral y justa, se ve hoy sumida en la contrariedad, tentada a dejarse llevar por la corriente de una única solución.