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Rafael Leonidas Trujillo se convirtió a los 39 años de edad en presidente de la República, el 16 de agosto de 1930, y de inmediato demostró que sería el verdadero heredero de la intervención militar norteamericana y de Ulises Heureaux.
El Ejército Nacional fue el mecanismo de represión y de asesinatos por excelencia utilizado por el gobernante para mantener a la población bajo su mandato.
La ley de emergencia mediante la cual el Estado suspendió el pago del capital de la deuda externa, saldando sólo los intereses, fue una de las primeras promulgadas por Trujillo, quien alegó la crítica situación económica del país como producto de la crisis mundial de 1929.
Asimismo, procedió a rígidas restricciones en los gastos presupuestarios, congelando los pagos de deudas internas del Estado y realizando cancelaciones masivas de servidores públicos. Adoptó una política económica proteccionista, favoreciendo al sector agropecuario, obteniendo la sustitución de importaciones de mercancías, tales como el arroz, el maíz, las habichuelas y la grasa.
El ciclón de San Zenón ocurrido el 3 de Septiembre de 1930 devastó la capital a las tres semanas de Trujillo llegar al poder y fue el pretexto que utilizó para justificar las rígidas medidas que implantó.
Elecciones de 1934
El presidente Trujillo hizo creer que no le interesaba reelegirse para de esa manera conocer a los que ambicionaban sucederle en el cargo. La táctica la asimiló de Ulises Heureaux quien la puso en práctica en distintas ocasiones.
Las manifestaciones a favor de su reelección se iniciaron en 1933 lo que aprovechó Trujillo para tratar de convencer al nuevo plenipotenciario norteamericano, Arthur Schoenfeld de sus deseos de abandonar la presidencia para dedicarse a las actividades privadas.
El Partido Dominicano por primera vez participó en unos «comicios» con candidatos a cargos nacionales, provinciales y municipales, llevando como aspirantes a la presidencia y vicepresidencia a Trujillo y al licenciado Jacinto B. Peynado, respectivamente para el cuatrenio 1934-1938.
La experiencia fue asimilada por los que podrían aspirar al alto cargo, de ahí, que no se presentaran como candidatos a esa farsa electoral, obteniendo Trujillo 256,937 votos a favor, número mucho menor que en los comicios anteriores.
Trujillo a partir de 1934 reanudó los trabajos de obras públicas que se encontraban paralizados, pero no descuidó su política de reprimir a sus opositores. En el año de 1935 fue significativo por varios hechos, en primer lugar se realizó un censo que arrojó una población de un millón 480 mil personas y aportó una serie de informaciones que fueron de gran importancia para Trujillo y sus seguidores, que pudieron utilizarlas a su antojo extrayéndole todo tipo de beneficio político y militar.
También en ese año se suscribió un acuerdo dominico-haitiano que fue el producto de los intercambios que desde 1933 sostuvieron los presidentes Trujillo y Vincent. Los trabajos de construcción de puertos se iniciaron en ese año, correspondiéndole a Félix Benitez Rexach, gran parte de esas obras.