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Una de las principales causas que explican la caída del Imperio Romano, consistió en el antagonismo sostenido entre el Senado y los Emperadores. El Emperador romano poseía el poder legal para gobernar sobre los asuntos religiosos, civiles y militares del estado, con el Senado actuando como cuerpo consejero. El Emperador tenía el poder sobre la vida y la muerte, eran poderosos, caprichosos y acaudalados, lo que trajo como consecuencia que se volvieran corruptos, y muchos de ellos se abandonaran a un estilo de vida perverso, inmoral y engañoso. En no pocas ocasiones, los Emperadores sufrieron el antagonismo del Senado, pues ocurría que los senadores no simpatizaban con el Emperador, o este se oponía a los criterios del Senado.
Pérdida de la moralOtra de las causas fundamentales que dieron al traste con el Imperio Romano, residía en la pérdida de la moral. Este deterioro, especialmente en la clase alta, la nobleza y los Emperadores, trajo un impacto devastador en el pueblo romano. Ejemplo de ello, encontramos en la inmoralidad y la promiscuidad de los actos sexuales, incluyendo el adulterio y las orgías. Algunos Emperadores como Tiberio, mantenían grupos de jóvenes muchachos para sus placeres, Nerón disfrutaba del incesto, e incluso poseía un esclavo castrado para tomarlo como esposa, Heliogábalo forzó a una virgen vestal para contraer matrimonio y Cómodo, famoso por su harén de concubinas, enfurecía a la multitud romana sentándose en el teatro o en los juegos, vestido con prendas de mujer.
Para que todo un gran imperio como este se desmoronara tuvieron que confluir muchos factores. Todo empezó, puede decirse, en el año 285, cuando el imperio se divide en Oriente y Occidente. Los recursos y la población disminuyó bastante, y esto lo acusó el imperio muy fuerte. Precisamente la falta de recursos en Occidente se vio en la pérdida de riqueza de su gobierno. Esto conllevó a la subida de impuestos, la reducción de las ventas y el aumento del desempleo.
Otra de las causas fue la llegada del cristianismo, en el sentido de que se desmitificó completamente la figura del emperador, considerado antes como un dios. Curiosamente esto provocó que ya poca gente se interesaba en la vida militar, por lo que el ejército ya no era ni mucho menos de lo mejorcito del imperio. Se contrataron bárbaros para formar las legiones, gente sin ninguna lealtad a Roma.
Este ambiente enrarecido beneficiaba al surgimiento de las corrupciones políticas. Los excesos de los emperadores y los altos funcionarios llevaron a la ruina al gobierno del imperio. No había dinero para nada, lo que conllevó que incluso la salud pública se resquebrajara. La gente moría de hambre por las calles. El Imperio Romano se hundía lentamente.