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En tanto que maduración y culminación de los ideales modernos, la Ilustración fué un movimiento cultural e intelectual europeo que postulaba la liberación individual y social del hombre a través de la utilización autónoma de sus capacidades racionales. Pensar en libertad sin la ayuda de cualquier tutor (pater potestas) que decida por nosotros: curas, médicos y especialistas varios en todas la materias imaginables. ¿Os imagináis un mundo donde el hombre pueda decidir por sí solo?, Dónde alcanzar la madurez no sea solo producto de la naturaleza biológica y jurídica fruto del derecho, provista por el paternalismo estatal? El hombre ilustrado quiere emanciparse de todo aquello que le constriñe externamente: de la autoridad, sea religiosa o política, de la superstición, de la tradición, etc…
Así pues, la Ilustración invitaba a luchar críticamente contra las fuerzas que merman la razón: la superstición, los prejuicios, el peso muerto del pasado en forma de tradición, así como del lenguaje y todos los esquemas rígidos que atan a la razón. Kant consideraba que la suya era una época de ilustración, pero aún no se ha llegado a una sociedad ilustrada. ¿Hemos avanzado o retrocedido en los tiempos presentes? ¿Es la nuestra una sociedad más ilustrada en el sentido en que Kant la definió?
Si por ilustrada entendemos la sociedad como menor de edad, diríamos que el estado es el elemento ilustrador. Kant escribe en una época donde la metafísica clásica ha caído: el antropocentrismo se hace fuerte en las sociedades occidentales. El hombre sigue buscando su lugar en el mundo, pero hay también un optimismo en el progreso hacia al futuro. El ilustrado no es un conspirador, sino un hombre que lucha contra el poder con la fuerza de la cultura. Aquél, como escribió Maquiavelo en el Príncipe, y recuperado siglos más tarde por Isaiah Berlin, que se encuentra entre el abuso de poder y la sumisión proponiéndose abandonar esa minoría de edad, esa incapacidad de afrontar el mundo sin otro que nos enseñe el camino (Sapere Aude).
Tal es el lema de la Ilustración “Ten valor para servirte de tu propio entendimiento”. “La suficiente libertad necesaria para hacer un uso público de la razón”, constituye la libertad negativa por la que opta Berlin al referirse a los escudos frente a los embates autoritarios o incluso totalitarios de las sociedades modernas. En contraposición a la libertad positiva berliniana, la negativa postula que “soy libre en la medida en que no tengo obstáculos humanos externos que se opongan a mi voluntad”, voluntad que muy probablemente en nuestra realidad moderna viene marcada por los valores procedentes de la Estética qué, al mismo tiempo que marca los cánones sociales de la belleza entre tantas razones modernas, oprime los deseos sociales de los hombres; y los principios de la animalidad kantianos.
Ciertamente, nuestra actualidad viene marcada por esos ideales ilustrados, pero no podemos decir que vivimos en una sociedad ilustrada: nos servimos del conocimiento pero no lo entendemos. La estética precede a la ética; El lenguaje heredado de nuestros abuelos, el que heredaron de los suyos, nos condiciona cognitivamente al referirnos a aspectos cotidianos de nuestra sociedad. Los tutores han propiciado prejuicios al pueblo, y son esos los que han llegado mediante el viaje de la evolución del lenguaje, aquel que nos transmite esos perjuicios; juicios previos ante el desconocimiento; por ejemplo el Racismo.