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La Revolución de La Noria fue un movimiento político-militar dirigido por el general Porfirio Díaz en 1871 para impedir que Benito Juárez contendiera para una nueva reelección, lo que en opinión del joven general Díaz violaba la letra y el espíritu de la Constitución de 1857. El Plan fue lanzado el 8 de noviembre de 1871.
Puntos que tenía la revolución de la Noria:
"Constitución de 1857","libertad electoral" y "Menos gobierno", más tarde tiene problemas con Sebastián Lerdo de Tejada pues él deseaba el poder. Lerdo gana, pues la Constitución establecía su derecho a la presidencia como Presidente de la Suprema Corte. Finalizado el conflicto, Porfirio Díaz se fue a vivir a su hacienda de Tlacotalpan, en Veracruz.
Índice [mostrar] Revolución[editar]Luego del Motín de Perote de 1868, el Levantamiento en Puebla de 1868, la Rebelión en Yucatán de 1868, el Levantamiento en Sinaloa de 1868, la Revolución Antijuarista (1869-1870), el Levantamiento en Tamaulipas de 1871, el Intento de Golpe de Estado en México de 1871 y el nuevo periodo presidencial de Benito Juárez, la población en general previó que una nueva guerra civil en México estallaría pronto.
Así aconteció que el general Trinidad García de la Cadena se pronunció en Zacatecas desconociendo a Benito Juárez. El general Donato Guerra, que poco antes había combatido a los sublevados del Intento de Golpe de Estado en México de 1871, se alzó en armas; el general Jerónimo Treviño, reelecto en Nuevo León, renunció al gobierno y se pronunció en Monterrey. Ya en Sinaloa, el general Francisco Cañedo y el general Eulogio Parra se habían pronunciado antes. Por fin, el general Porfirio Díaz, a quien los rebeldes aclamaban como caudillo de la revolución se pronunció en su hacienda de la Noria, cerca de Oaxaca, lanzando el plan del mismo nombre, que proponía la suspensión del orden constitucional y convocaba una Junta de notables para reorganizar el país.
Los pronunciamientos emergieron y las guerrillas pululaban en varios Estados. En política, el partido lerdista ayudaba en el Congreso y en la Prensa las propuestas rebeldes, quedando Juárez reducido a su ministerio y a pocos Estados dentro del país. No obstante, Juárez se resolvió a resistir, dictando órdenes a su ministro de Guerra, el general Ignacio Mejía, a desplegar sus fuerzas para reprimir a los sublevados, ordenando frecuentes ejecuciones a fin de sembrar el terror en los revolucionarios.