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Después de la muerte de san Juan Eudes, la Congregación continuó su desarrollo. En vísperas de la Revolución Francesa, los Eudistas dirigían quince seminarios junto con algunos colegios y parroquias.
La Revolución, en 1792, cerró las casas y disper-só a los padres. Cuatro de ellos, encabezados por el padre Francisco Luis Hébert, coadjutor del supe¬rior general, fueron martirizados en París. La Igle¬sia los beatificó en 1926.
La Congregación se reconstruyó tardíamente (1826) y con dificultad, alrededor de uno de sus antiguos miembros, el padre Pedro Blanchard. Los Eudistas se dedicaron principalmente a la tarea, entonces urgente, de la educación cristiana en los colegios. A partir de 1883, la fundación de varios seminarios en Colombia les permitió reanudar la obra tradicional de la comunidad. En 1890 se esta-blecían en el Canadá.