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La figura de Sócrates, el gran filósofo griego maestro de Platón, se yergue en la historia como el iniciador de la antropología filosófica. Existe un problema difícil de resolver desde el punto de vista histórico acerca del filósofo, ya que no dejó ninguna obra escrita, sino una serie de obras acerca de él, procedentes todas de la misma época y que tienen como autores a discípulos inmediatos suyos.
Su gran mérito consiste en separar por vez primera, la reflexión sobre la naturaleza, propia de toda la filosofía anterior de la reflexión sobre el hombre y conceder a ésta última la máxima importancia, tal como lo afirma Ernst Cassirer en su "Antropología filosófica":
De hecho, define el objeto de la nueva disciplina: es el hombre en su aspecto más amplio. Ese conocimiento debe apoyarse en un método que permita describir no sólo cómo se presentan en el hombre las cualidades y virtudes humanas sino también llegar de alguna manera a definir el fenómeno humano, precisar una definición del hombre. Por lo menos, eso se esperaría inicalmente. El método elegido es otro gran aporte: la mayéutica, el diálogo, alejado del monólogo intelectual.
Leamos a Cassirer:
La observación empírica y el análisis lógico, en el sentido en que fueron empleados estos términos en la filosofía presocrática, se han mostrado ineficaces e inadecuados, porque sólo en el trato con los seres humanos podemos penetrar en el carácter del hombre. Para comprenderlo tenemos que afrontarlo, mirarlo cara a cara. No es, pues, un nuevo contenido objetivo sino una nueva actitud y función del pensamiento lo que constituye el rasgo distintivo de la filosofía socrática. La filosofía, que hasta ahora había sido concebida como un monólogo intelectual, se ha transformado en diálogo. Sólo por la vía del pensamiento dialogal o dialéctico podemos acercarnos al conocimiento de la naturaleza humana. Antes pudo concebirse la verdad como una especie de cosa acabada aprehensible por un esfuerzo del pensador individual y presentable y comunicable así a los demás. Sócrates ya no suscribe este punto de vista. Es tan imposible, nos dice Platón en la República, implantar la verdad en el alma de un hombre como implantar la facultad de ver en el ciego de nacimiento. La verdad es, por su naturaleza, la criatura del pensamiento dialéctico; no puede ser obtenida, por lo tanto, sino en la constante cooperación de los sujetos en una interrogación y réplica recíprocas. No es un objeto empírico; hay que entenderla como el producto de un acto social. Aquí tenemos la nueva respuesta, indirecta, a la pregunta: ¿qué es el hombre? Se dice que es una criatura constantemente en busca de sí misma, que en todo momento de su existencia tiene que examinar y hacer el escrutinio de las condiciones de la misma. En este escrutinio, en esta actitud crítica respecto a la vida humana radica el valor de esta vida. "Una vida no examinada — dice Sócrates en la Apología—, no vale la pena de vivirla". Cabe resumir el pensamiento de Sócrates diciendo que define al hombre como aquel ser que, si se le hace una pregunta racional, puede dar una respuesta racional. Tanto su conocimiento como su moralidad están incluidos en este círculo. Mediante esta facultad fundamental de dar una "respuesta" a sí mismo y a los demás el hombre resulta un ser "responsable", un sujeto moral. (...) Op. cit.
espero que te ayude me tarde 100 años en escribir todo esto XD