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Al sonar las bocinas del radio, cuando está encendido, se percibe cómo vibran con el sonido de la voz o la música, lo mismo ocurre si se coloca una mano en la garganta cuando hablamos; esto es debido a que el sonido es producido por la vibración de un cuerpo elástico, transmitiéndose mediante el movimiento ondulatorio longitudinal.
Los sonidos son diferentes unos de otros, la voz de un ser humano se puede distinguir del sonido que emiten los pájaros, de un instrumento musical o del viento; pero para que pueda transmitirse requiere de un medio que puede ser gaseoso, sólido o líquido.
El ser humano requiere del aire para comunicarse mediante los diversos sonidos, los peces del agua y algunos animales como los topos y castores de la tierra que es sólida. En el vacío el sonido no se propaga. Este tiene cualidades que le permiten distinguirse: el tono, el timbre y la intensidad.
El tono está relacionado con la frecuencia, sonidos con alta frecuencia son agudos y con baja frecuencia son graves.
La intensidad la define la amplitud del movimiento ondulatorio, a menor amplitud más débil será el sonido, a mayor amplitud será más fuerte.
El timbre es la cualidad que hace inconfundible al sonido y depende de muchas circunstancias; por ejemplo, el tipo de fuente que lo produce; es decir, se trata de un instrumento del mismo material que la caja de resonancia. En el caso de la voz humana, depende si quien la emite es niño, adolescente o adulto, de la extensión de su caja toráxica y de sus cuerdas vocales.
Existe un límite de audibilidad para el ser humano, quien puede percibir sonidos entre 16 y 20 000 ciclos; cuando pasan de este rango, se consideran ultrasonidos que pueden ser percibidos por ciertos animales o aparatos.
La intensidad del sonido se mide en decibeles; por ejemplo, el murmullo de las hojas corresponde a 10 decibeles, y el ruido de un camión a 80 decibeles.
Ahora bien, existen otros fenómenos que se presentan por efecto del sonido y son: el efecto Doppler, la resonancia, el eco y la reverberación.