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Mientras escribía este artículo he hecho un par de viajes en balde a otra habitación en busca del cargador de mi móvil. El primero ha acabado rebuscando en una mochila por una libreta donde tenía algunas notas y que ya casi había olvidado. El segundo, tomando nota de que tengo que comprar comida a mi perro porque se está acabando.
Todos hemos experimentando más de una vez esa sensación. La de ir en busca de alguna cosa muy concreta a un sitio muy concreto y que de repente nuestro cerebro entre en pausa y nos preguntemos: ¿Qué había venido a buscar yo aquí?. Suele pasar cuando estamos próximos a salir de casa y nos faltan las llaves, la cartera o cualquier otra cosa que necesitemos. De camino hacía encontrar una de estas cosas nos podemos topar con otras que llamen nuestra atención, quitando el foco de la acción principal y devolviéndonos a un círculo bastante absurdo en el que al final nos cuesta algo más de tiempo encontrar nuestras llaves.
Estas microdesconexiones de nuestra memoria por suerte no tienen nada de malo y sirven para explicarnos cómo organiza nuestro cerebro nuestros recuerdos, prioridades y objetivos. Pero si quieres encontrar un culpable directo de ellas, estudios de psicología y de las ciencias del comportamiento han encontrado uno: las puertas.
El "Efecto Umbral", o cómo atravesar una puerta puede resetear nuestro cerebro
Durante las primeras décadas del estudio de la memoria se creía que nuestro cerebro almacenaba los recuerdos de forma bastante analógica: como si fuera un gran archivador donde todo lo importante se guarda en carpetas que pueden ser consultadas, a veces con mayor o menor fortuna. Sin embargo, las investigaciones actuales comparan nuestro cerebro más bien con lo que podría ser un ordenador cuántico, llevando a cabo multitud de procesos a la vez pero dando prioridad a los más importantes según las necesidades que tengamos. Esas necesidades las marca en gran medida el contexto.
Aunque los procesos que realiza el cerebro y la organización de la memoria siguen siendo un campo aún con mucho que descubrir, esa sensación de no saber qué se ha ido a buscar o por qué nos olvidamos de algo que íbamos a hacer hace solo unos segundos ha comenzado a dar algunas pautas. Dos estudios - uno realizado en 2011 por la Universidad de Notre Dame, y otro más reciente de 2016 a cargo del Knox College de Illinois- han observado que en estas pequeñas pérdidas de memoria interfiere en gran medida el simple acto de atravesar una puerta. Esto es lo que se conoce como Doorway Effect, traducido como Efecto Umbral, es decir, la curiosa relación entre cambiar de estancia y perder de vista -y de memoria- qué habíamos ido a hacer allí.
Para comprobarlo en el primero de los estudios se reflejaron los resultados de varios estudiantes al realizar un test virtual. Este consistía en un software simple similar a un videojuego en el que cada uno de los participantes veía en la pantalla 55 habitaciones grandes y pequeñas. Las grandes contaban con dos mesas y dos objetos cada una. Las pequeñas con solo una mesa y un objeto. A partir de esta interfaz, debían mover los objetos de habitación, que se ocultaban en una caja al estar en movimiento, e intercambiarlos por otros. Al llegar a cada una de las habitaciones se le presentaba un objeto (por ejemplo, un teléfono) y se les preguntaba si era lo que portaban. Las pruebas resolvieron que a pesar de la aparente facilidad los estudiantes fallaban de forma bastante frecuente en el momento en que accedían a una nueva habitación. En pocas palabras, se olvidaban de qué portaban con solo cruzar la puerta.
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El estudio, a cargo del Doctor en Psicología Gabriel Radvansky, que ha publicado varios libros sobre el funcionamiento de la memoria, continuaba con una traslación en la vida real donde se recrearon varias estancias y se hicieron las mismas pruebas, replicando los resultados. En ello no tenía nada que ver la distancia recorrida -se hicieron pruebas en pasillos largos y sin puertas- sino el hecho de cambiar de estancia.
Esta hipótesis fue confirmada en el segundo estudio a cargo del Knox
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