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El Yuruparí y el Dabucurí: rituales vivos en las selvas del Vaupés
A orillas de hermosos ríos de aguas negras, en medio de la exuberante selva del Vaupés, ubicados en la región de los ríos Yapú y Papurí, los indígenas Tukano ubicados al oriente del departamento, aún erigen sus monumentales malokas al tiempo que arañan de la tierra la yuca venenosa y completan su dieta con pescados, animales de monte y multitud de insectos. Esta comunidad es considerada en Suramérica como una de las que más conserva las tradiciones auténticas de sus antepasados.
Aunque muchos ya visten la ropa del hombre occidental, no olvidan sus vistosas pinturas de carayurú -planta de la que obtienen una pintura corporal-, ni se atreven a incursionar en la selva sin la bendición del payé, su chamán y líder espiritual.
De cuando en cuando, de acuerdo con la época del año y las necesidades se reúnen ayunados y en vigilia, con atuendos de pinturas y plumajes incendiarios para celebrar sus tradicionales fiestas del Yuruparí y del Dabucurí: tiempo de renovar el mundo y la vida.
No han pasado dos siglos desde que los primeros exploradores europeos fueron testigos de lo que, desde entonces, se ha considerado una de las ceremonias más imponentes y maravillosas que el ser humano es capaz de realizar. Mientras consumen sus plantas sagradas, los indígenas danzan y bailan durante días y noches interminables guiados por sus historiadores y danzadores.
Este sorprendente ritual es motivo de numerosas leyendas, obras literarias y rigurosas descripciones antropológicas. No en vano, la UNESCO recientemente lo ha propuesto como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Desde hace cinco años el Instituto de Etnobiología interviene en el diálogo intercultural con los Tukano oriental del Vaupés, ubicados en la región de los ríos Yapú y Papurí, y sus siete comunidades indígenas que conformaron la Asociación de Autoridades Tradicionales de la Zona de Yapú (ASATRIZY), reconocida por el Ministerio del Interior para la defensa de su cultura, territorios y organización. Este proceso cuenta con la participación de los miembros del Grupo de Estudios en Sistemas Tradicionales de Salud y el apoyo de la ONG española Ecodesarrollo.
Quizás el logro más importante para ellos ha sido la conformación de la Unión de la Cultura del Yuruparí, Kumuá Yoamará, en el que 120 indígenas, entre payés, kumús, historiadores, danzadores, flauteros, cantadoras y aprendices de las siete capitanías se unen con el fin de apoyar y orientar a la ASATRIZY para promover la amistad y el respeto entre ellos; así como proteger, de extraños, el conocimiento, los materiales y los elementos de sus territorios y comunidades.
Durante el 2006, el grupo de estudios participará en ceremonias rituales indígenas en cada una de las siete comunidades para continuar el dialogo con sus sistemas médicos. La Universidad del Rosario ofreció la posibilidad de publicar el trabajo final, por petición expresa de los indígenas, quienes quieren que su cultura se proteja y sea conocida de manera adecuada por el mundo.
A orillas de hermosos ríos de aguas negras, en medio de la exuberante selva del Vaupés, ubicados en la región de los ríos Yapú y Papurí, los indígenas Tukano ubicados al oriente del departamento, aún erigen sus monumentales malokas al tiempo que arañan de la tierra la yuca venenosa y completan su dieta con pescados, animales de monte y multitud de insectos. Esta comunidad es considerada en Suramérica como una de las que más conserva las tradiciones auténticas de sus antepasados.
Aunque muchos ya visten la ropa del hombre occidental, no olvidan sus vistosas pinturas de carayurú -planta de la que obtienen una pintura corporal-, ni se atreven a incursionar en la selva sin la bendición del payé, su chamán y líder espiritual.
De cuando en cuando, de acuerdo con la época del año y las necesidades se reúnen ayunados y en vigilia, con atuendos de pinturas y plumajes incendiarios para celebrar sus tradicionales fiestas del Yuruparí y del Dabucurí: tiempo de renovar el mundo y la vida.
No han pasado dos siglos desde que los primeros exploradores europeos fueron testigos de lo que, desde entonces, se ha considerado una de las ceremonias más imponentes y maravillosas que el ser humano es capaz de realizar. Mientras consumen sus plantas sagradas, los indígenas danzan y bailan durante días y noches interminables guiados por sus historiadores y danzadores.
Este sorprendente ritual es motivo de numerosas leyendas, obras literarias y rigurosas descripciones antropológicas. No en vano, la UNESCO recientemente lo ha propuesto como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Desde hace cinco años el Instituto de Etnobiología interviene en el diálogo intercultural con los Tukano oriental del Vaupés, ubicados en la región de los ríos Yapú y Papurí, y sus siete comunidades indígenas que conformaron la Asociación de Autoridades Tradicionales de la Zona de Yapú (ASATRIZY), reconocida por el Ministerio del Interior para la defensa de su cultura, territorios y organización. Este proceso cuenta con la participación de los miembros del Grupo de Estudios en Sistemas Tradicionales de Salud y el apoyo de la ONG española Ecodesarrollo.
Quizás el logro más importante para ellos ha sido la conformación de la Unión de la Cultura del Yuruparí, Kumuá Yoamará, en el que 120 indígenas, entre payés, kumús, historiadores, danzadores, flauteros, cantadoras y aprendices de las siete capitanías se unen con el fin de apoyar y orientar a la ASATRIZY para promover la amistad y el respeto entre ellos; así como proteger, de extraños, el conocimiento, los materiales y los elementos de sus territorios y comunidades.
Durante el 2006, el grupo de estudios participará en ceremonias rituales indígenas en cada una de las siete comunidades para continuar el dialogo con sus sistemas médicos. La Universidad del Rosario ofreció la posibilidad de publicar el trabajo final, por petición expresa de los indígenas, quienes quieren que su cultura se proteja y sea conocida de manera adecuada por el mundo.
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