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Apelar a la palabra barbarie sería en todo caso lo más simple. Lo evidente. Es obvio que hay barbarie y una violencia maquillada con sonrisas en la fotografía que nos invade a través de las redes sociales. No estaríamos diciendo nada original si criticáramos así de simple todo lo que sucedió. Estamos de acuerdo y nos provoca un cierto espanto racionalizar el hecho en sí, ese puñado de personas semidesnudas que se convocan ante la aparición del animal indefenso para exhibirlo como una presa, como trofeo o como mucho menos en este caso. Pero detenernos ahí sería una mirada parcial, una mirada que no alcanza para entender la relación de causa y efecto, las razones por las que sucede ese acto en la algarabía de la playa, el más allá donde germina la acción. En el escenario de la fauna global, la Argentina afronta una situación delicada. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, existen en el país más de treinta especies autóctonas bajo riesgo de extinción y otras tantas catalogadas como especies vulnerables. El delfín franciscana, el delfín de la foto macabra, es una de ellas: quedan sólo 30.000 ejemplares en las costas de Argentina, Uruguay y sur de Brasil, según datos de la Fundación Vida Silvestre. Salvo por escasos esfuerzos, encarnados precisamente por diferentes ONG que trabajan y promueven la protección jurídica de muchos de estos animales, no existe una política integral articulada desde el Estado para evitar la pérdida irreparable de belleza que significa la desaparición de una especie. Se puede decir de otra forma. Se puede decir que, además de una pérdida de belleza, la extinción de un animal es una fuga de capitales: que un animal muerto se puede explicar como una pérdida de dinero. Buen camino, este último, para que lo comprenda un gobierno de impronta liberal. Una especie que desaparece elimina la posibilidad de desarrollar una economía sustentable a partir del derrame de recursos que esa especie promueve para el crecimiento turístico de la región que habita. Es una máxima que repite cualquier experto en manejo de fauna silvestre, desde Sudáfrica hasta la Patagonia. Imaginen cómo sería Puerto Pirámides si no hubiera ballenas francas, cómo sería la economía del Iberá si no pudieran hacerse avistajes de aves, ciervos de los pantanos y yacarés, cómo serían las costas de Chubut sin pingüinos o las de Ushuaia sin cormoranes.
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En corto, nos enseñan a que son un grupo unido, inteligente, y social
Explicación:SI ME PUEDES DAR CORONA POR FIS SE LOS AGRADECERÍA MUCHO ESPERO HABERTE AYUDADO MUCHO
NO OLVIDEN TOMAR AWITA
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