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La dimensión religiosa y espiritual humana es algo esencial para un filósofo, antropólogo, sociólogo o psicólogo si quiere profundizar en el estudio del ser humano. La espiritualidad es un hecho que forma parte de la humanidad, que se confunde a menudo con el hecho religioso -algo más asociado al hábito, a la costumbre y el dogma- y que no tiene porque ser antagonista del universo racional y lógico. De hecho, el gran pensador alemán Hegel nos habla de un espíritu universal o razón universal como el elemento esencial del ser humano eliminando cualquier conflicto entre razón y espíritu; en realidad, propone todo lo contrario, une y fomenta ambos mundos en una manifestación humana de mayor alcance y donde la libertad cobra gran importancia para la propia realización espiritual.
Hegel estaba en lo cierto. Su visión del espíritu, como aquel nous platónico que se definía a si mismo en la cualidad humana más superior, necesita de la libertad para poder realizarse a sí mismo.
Sin embargo, a la universalidad espiritual hegeliana se contrapone el constante conflicto histórico entre pensamiento racional e intuición espiritual. Y peor aún, en el interior de la reflexión racional y la espiritualidad existen multitud de corrientes también en conflicto. No hace falta recordar los prejuicios entre el movimiento católico y comunista. Para los primeros, aproximarse a posiciones de izquierda marxista (con herencia ilustrada) implica convertirse en ateo y enemigo de todo tipo de sentimiento religioso. Mientras que para los herederos del Engels y Marx, tener creencias religiosas implica ir por la vida de santurrón y sin capacidad de crítica o sentido de la justicia. Cuando se dan este tipo de prejucios y actitudes ni unos ni otros aparentan conocer ese espíritu o razón universal del que nos hablaba Hegel.
Y ya definido el sentido de este artículo pasemos a hacer una pequeña historiografía de la espiritualidad y religiosidad humana.
Historía de la espiritualidadLa variedad de tipos de creencias y religiones es tan compleja y dinámica como la evolución de la propia humanidad. De forma autónoma o adquirida de la fusión con otras culturas, la religión y la espiritualidad han estado presentes desde los albores de la humanidad; de hecho, han fundamentado las sociedades durante milenios hasta que, aparentemente, otra opción, la del racionalismo, aparece y aporta a la comunidad otra forma de ver el mundo y el modo de actuar sobre él.
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