Respuestas
1.2.- El emirato dependiente del califato de Damasco (711-756)
Ál-Ándalus se convirtió en un emirato dependiente, sometido a la autoridad política y religiosa del califa, que gobernaba el Imperio islámico desde Damasco.
Su capital era Córdoba, otras ciudades importantes como Mérida, Toledo y Zaragoza se convirtieron en capitales de las marcas (zonas fronterizas: inferior, media y superior).
El primer emir fue Abdelaziz, que extendió el poder musulmán. Intentó ocupar territorios situados al otro lado de los Pirineos pero su avance fue frenado por los francos, liderados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers.
Surgieron rivalidades entre los conquistadores árabes (queysíes y yemeníes) y bereberes. Los primeros habían sido los más favorecidos por la conquista y los beréberes, descontentos por su situación de subordinación y por la adjudicación de tierra menos productivas, se rebelaron. El levantamiento fue aplastados por soldados sirios enviados desde el norte de África, a quienes se le entregó tierras de labranza en el este y sur peninsulares.
En el año 750 la familia de los Abasíes se hizo con el control del califato de Damasco tras eliminar a los Omeyas. Uno de sus miembros, Abd al-Rahmán logró sobrevivir y llegar a Ál-Ándalus (755). Allí tomó la capital del emirato con ayuda de sirios, yemeníes y una parte de los beréberes.
1.3.- El emirato omeya independiente (756-929)
Abd al-Rahmán I (labor constructiva, Mezquita de Córdoba), se proclamó emir independiente del califato de Bagdad. El nuevo estado poseía independencia política y militar pero desde un punto de vista religioso reconocía la autoridad del califa de Bagdad. Detuvo las revueltas internas (entre ellos, había poco que repartir) y cristianos.
Entre sus sucesores destacan Al-Hakam I y Abd al-Rahmán II. El emirato reestructuró la organización administrativa (provincias fronterizas y provincias interiores), aumentó la recaudación de impuestos y organizó un ejército permanente de mercenarios.
Surgieron dos problemas en el interior:
Enfrentamientos entre la capital (Córdoba) y las ciudades de marcas fronterizas, ansiadas de mayor autonomía.
Tensiones derivadas del aumento de la presión fiscal sobre mozárabes y muladíes, que denegaron en rebeliones. Omar Ibn Hafsum en Zaragoza
En el exterior, el emirato mantuvo las fronteras anteriores con los reinos cristianos del norte, pero les sometió a expediciones militares para aminorar su poder y conseguir botín (aceifas)
1.4.- El califato de Córdoba (929-1031)
La crisis del emirato independiente concluyó con el acceso al poder de Abd al-Rahmán III, que se proclamo califa en 929: asumió liderazgo político, militar y religioso y rompió con la autoridad del califa de Bagdad.
Reunificó y pacificó Ál-Ándalus y sometió las marcas de Toledo y Badajoz. Incrementó los ingresos obtenidos por los impuestos y organizó un gran ejército. Detuvo los avances conseguidos por los cristianos, estableció un protectorado en el norte de África, se conquista Ceuta, Melilla y Tanger, se hace frente al peligro fatimí, se controla el estrecho y hubo contactos con Bizancio y Alemania. El califato era la principal potencia islámica de la época. Su esplendor reside en: la capacidad de sus gobernantes, prosperidad económica, desarrollo agrícola, auge urbano y comercial. Se produjo un renacimiento artístico y cultural que hizo de Córdoba uno de los centros más avanzados del mundo.
Su hijo Al-Hakam II continuó su labor, y reunió miles de volúmenes en la biblioteca del palacio de Medina Azahara. Durante la minoría de edad de su hijo Hissam II, el gobierno pasó a manos del hallad (primer ministro) Al Mansur. Alcanzó grandes victorias y las razias (ataques para conseguir botín o esclavos) fueron constantes y provechosas. Tras la muerte de Almanzor, sus hijos, los amareis conservaron el poder hasta 1009. La inestabilidad política provocó la abdicación de Hissam II. El califato desaparece en 1031.