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TIERRA
Las rocas del Torcal se formaron hace más de 150 millones de años, durante el período Jurásico, cuando Europa no era más que un conjunto de islas bañadas por el cálido Mar de Tethis. En el fondo de este mar, poblado por ammonites, plesiosaurios y praderas de crinoides, se fueron depositando capas de lodos de carbonato cálcico por un proceso de precipitación química favorecido por la acción de las algas y otros organismos.
Posteriormente, durante las distintas fases de la orogenia alpina, provocada por el empuje de la placa Africana sobre la Europea, aquel conjunto de sedimentos emergieron a la superficie, llegando a superar actualmente los 1000 m sobre el nivel del mar. Aunque ya durante el período Mioceno (comprendido entre hace 23 a 5 millones de años) estos estratos se encontraban emergidos, no fue sino después del Plioceno (desde hace 5 m.a. hasta 2 m.a.) que alcanzó su actual posición. Durante todas estas fases los estratos se mantuvieron en posición horizontal, levantándose por el efecto de un plegamiento regional de amplio radio y de un conjunto de fracturas o fallas que lo rodean.
AGUA Y AIRE
Las calizas son unas rocas muy duras y coherentes, y al viajero que se siente sobre uno de estos peñascos quizás le cueste entender cómo ha podido desaparecer todo ese volumen de roca dura y compacta que falta, cuando además las gravas y arenas destacan por su ausencia. Es más: no hay ríos ni arroyos en el macizo. ¿Cómo, pues, se han formado los cañones, valles y columnas? La respuesta la tienen el agua y el aire.
Aunque el carbonato cálcico que compone las calizas es insoluble en agua pura, no lo es tanto en contacto con el agua de lluvia, que al atravesar la atmósfera disuelve el dióxido de carbono atmosférico formando ácido carbónico (CO3H-) que transforma el carbonato cálcico en bicarbonato, el cual es muy soluble.
Este proceso de ataque químico de la caliza progresa aprovechando los puntos de debilidad, en los que el agua puede infiltrarse, como son los planos de estratificación o las fracturas de la roca (diaclasas). Las diferencias entre unos estratos y otros en cuanto a su grosor o su composición (presencia de arcilla y otros componentes entre la calcita) convierten a unos estratos en más resistentes que otros, lo cual da lugar a la erosión diferencial que genera las típicas estructuras en tornillo.
Y el observador, cuya imaginación vuela en presencia de tan alucinante paisaje, no puede menos que preguntarse: ¿Qué titánico Dédalo pudo ser el constructor de este laberinto fantástico? Pues sólo con el poder de la Tierra, del Agua y del Aire, orquestados por el misterioso poder del Tiempo, ha podido el Arquitecto tallar esta monumental y sorprendente obra.