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Elizabeth Arden y Helena Rubinstein lucharon entre ellas y contra la sociedad por el poder y la influencia en una época dominada por los hombres, una historia de superación contada por el venezolano Gustavo Ott que puede verse este mes en el Teatro Hispano GALA de Washington
Rubinstein y Arden, polaca y canadiense, se convirtieron en improbables reinas de la industria de la belleza en la primera mitad del siglo XX a pesar del machismo, las guerras, el antisemitismo y los colapsos económicos.
“Estas dos mujeres fueron las primeras en tener poder por esfuerzo propio, no por casarse ni por familia. Eso les permitió ser pilares de los movimientos feministas de su época, muchas mujeres las vieron no solo como iconos sino como palancas para impulsar sus reivindicaciones”, explica Ott a Efe.
En “Señorita y Madame”, una comedia aguda y muy rica, el director venezolano cuenta la historia de rivalidad y secreta admiración de Rubinstein y Arden y lo hace con dos escenarios que discurren como lo hicieron sus vidas: en paralelo.
“Muchas veces esa lucha que tenemos con nuestros competidores nos hace mejores, nos empuja a buscar la excelencia y a veces puede que odies a esa persona pero en el fondo también la admiras porque es un reflejo tuyo”, apunta el autor.
“Han venido a ver sus vidas, no a mí”, dice varias veces a lo largo de la obra, mirando al público, la actriz española Luz Nicolás, la intérprete con más fuerza de la representación en el papel de Arden.
“Estas mujeres lo hicieron tan bien, tan visible, que en lugar de estar detrás de nadie, o moviendo los hilos, tomaron las riendas y se convirtieron en las impulsoras de su propio negocio”, cuenta Nicolás a Efe.
Las vidas de las dos grandes damas de la belleza tejen 90 minutos de teatro que son un auténtico recorrido por el siglo XX entre Nueva York, Polonia, Australia, Londres y París, con el trasfondo de las dos guerras mundiales, la Gran Depresión y el Nazismo.
“Traté de mantener mucho el documental, saber qué estaban haciendo y también jugar mucho con el teatro dentro del teatro, romper esa cuarta pared, lo que siempre es divertido para el público y les acerca a los personajes”, explica a Efe la directora de la obra, la venezolana Consuelo Trum.
La obra, una comedia divertida y crítica, invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrentaron las mujeres que se atrevieron a saltarse unas reglas sociales que las obligaban a casarse para ser alguien en el mundo.
Esa lucha puede verse en los enfrentamientos continuos de Rubinstein con su familia cuando vuelve a la Polonia rural y conservadora donde nació y en la que ninguno de sus triunfos empresariales se aprecian porque le falta lo más importante: un marido.
“Estas mujeres trabajaron toda su vida por crear un imperio, hicieron algo que no se había hecho nunca. Fueron las mujeres más millonarias del mundo por ellas mismas, sin estar casadas con nadie, en una época dominada por los hombres”, señala Trum.
Una de las aportaciones más interesantes de la directora a la obra de Ott es la incorporación de un proyector en el escenario en el que pueden verse, en blanco y negro, los rostros de los actores cuando dan la espalda al público y confiesan lo más profundo de la lucha interna y social en la que viven.
Como es marca de la casa en el Teatro Hispano GALA de Washington, en el escenario se puede oír español, con subtítulos en inglés, de siete países: Venezuela, Perú, Chile, Cuba, España, Argentina y Estados Unidos.
La obra, que podrá verse en el GALA hasta el 28 de febrero, tuvo una gran acogida en la presentación del pasado sábado, que transcurrió entre risas y emociones y concluyó con una larga ovación con el público en pie.
Gustavo Ott creó “Señorita y Madame” en 2009 y desde entonces pasea su “obra viajera” por teatros de todo el mundo, con paradas en Venezuela, Portugal, Inglaterra y España.