cual es el origen de la pobreza en el mundo , ayuda porfa

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Respuesta dada por: Beatifulrose
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Es sorprendente y escandaloso, se suele afirmar, que ya dentro del siglo XXI una gran parte de la población mundial viva en condiciones de pobreza, es decir, que muchos seres humanos no tengan acceso a los bienes básicos que aseguren su subsistencia: alimentos, vestidos y vivienda. Aunque existen diferentes criterios, siempre relativos, a la hora de definir la pobreza, las cifras que se suelen manejar son realmente demoledoras.

El último informe del Banco Mundial calcula que casi 1.200 millones de personas viven actualmente con una renta máxima de un dólar diario, lo que supone que cerca de la cuarta parte de la humanidad se encuentra en una situación de extrema pobreza, sin poder cubrir siquiera sus necesidades nutritivas. El mismo informe estima que, si pobreza es "tener hambre, carecer de cobijo y ropa, estar enfermo y no ser atendido, y ser iletrado y no recibir formación", el 46 por ciento de la población mundial padecería estas condiciones ya que 2.800 millones de personas viven con menos de dos dólares diarios. Dos recientes estudios, el informe anual de la FAO y otro elaborado por la ONG Acción contra el Hambre, calculan que unos 800 millones de personas sufren desnutrición, lo que representaría el 13 por ciento de la población mundial.

En cualquier caso, las cifras son sin duda escandalosas, pero no deberían producir sorpresa si se analizan desde otro punto de vista. Se tendría que abandonar la posición en que nos encontramos los habitantes de los países ricos y contemplar, a vista de pájaro, la historia del hombre por alcanzar una renta suficiente que le asegure no morir de hambre o de frío. Entonces lo sorprendente, o al menos lo excepcional y novedoso, es que la mayoría de la población mundial lo haya conseguido en una plazo de tiempo relativamente corto.

En efecto, desde que el hombre apareció en su forma actual, hará medio millón de años, prácticamente todo su esfuerzo y su tiempo lo ha dedicado a procurarse alimentos, vestidos y un refugio donde vivir, y sólo muy recientemente, hace apenas cien o doscientos años, y en pocos países al principio, una parte de la población empezó a salir al fin de la extrema pobreza y miseria en la que el hombre ha vivido durante 5.000 siglos.

La novedad no es por tanto que exista ahora pobreza -que todavía perdure, habría que decir mejor-, sino que la mayoría de los habitantes del planeta dediquen hoy una parte de sus ingresos a alimentarse, a vestirse y a tener acceso a una vivienda digna, y que puedan luego disponer de unos recursos restantes para gastar en bienes y servicios de uso exclusivamente humanos, como ocio, cultura o viajes. Excluyendo a una minoría insignificante de privilegiados que siempre ha existido, la gran conquista de la historia económica del hombre es que la riqueza así entendida haya alcanzado en muy poco tiempo a la mayoría de la población mundial.

En este largo recorrido se han producido dos acontecimientos decisivos. El primero fue la Revolución del Neolítico, cuando hace unos 10.000 años el hombre aprendió a cultivar la tierra y a domesticar los animales, pasando de ser recolector y cazador a agricultor y ganadero. Se dio entonces un paso gigantesco hacia el objetivo de producir los alimentos y los otros bienes que aseguraran la subsistencia. La productividad del trabajo de las nuevas sociedades agrarias creció espectacularmente, se crearon las primeras concentraciones urbanas y la población mundial aumentó significativamente.

Pero, a pesar de este avance, el conjunto de la sociedad, salvo contadísimas excepciones, siguió viviendo por debajo del nivel de subsistencia. El indicador que mejor resume esta situación es la escasa esperanza de vida que el hombre ha padecido durante el 98 por ciento de su historia. Carlo M. Cipolla asegura que en todas las sociedades agrícolas que han existido durante los últimos 12.000 o 10.000 años, los índices de mortalidad llegaban en ocasiones al 300 e incluso al 500 por mil y estos períodos no solían coincidir con guerras, sino con epidemias y plagas. En tiempos normales, de cada 1.000 niños nacidos, solían morir de 200 a 400 antes de transcurrido un año y otros muchos fallecían antes de los siete años. La esperanza de vida al nacer presentaba un promedio de entre 20 y 35 años, y pocos de los que llegaban a cumplir los cinco años tenían muchas probabilidades de sobrepasar los 50. Sólo gracias a que las tasas de natalidad eran también elevadísimas, la población mundial pudo pasar de los cinco o diez millones de habitantes que había en vísperas de la revolución agrícola, a los 700 millones estimados de 1750, cuando comienza la industrialización.


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