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Hamlet de William Shakespeare
Hamlet
A este bardo, que resultó ser mortal, no solo le iba perfeccionar el inglés, hasta hacer de este la lengua tan rica y contumaz que hoy es, también le gustaban los dramas y, si éstos estaban cargados de familia, sangre y violencia, entonces le salía la obra perfecta.
2. La Vida es Sueño de Calderón de la Barca
La vida es sueño
A Calderón hay que agradecerle hasta temas de la Oreja de Van Gogh. Pasando por Matrix y bandas de punk rock español, todo parece hacer referencia al corto, pero intenso, sueño de nuestro dubitativo Segismundo.
3. La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca
La casa de Bernarda Alba
En esta casa del año 36 todavía debe durar el luto, la vigilia, y el silencio. Porque así lo dictó la matriarca, Bernarda Alba, con ese carácter aplacaalegrías y tuerceflores que esgrimía.
4. Casa de Muñecas de H. Ibsen
H. Ibsen
Henrik Ibsen mesó la barba más extraña del teatro dramático. Solo dejaba que se le subiera a ella, Nora Helmer, la más rebelde de los personajes que haya creado. Nunca pudo negarle nada. Era la niña de sus ojibiris noruegos.
5. El Enfermo Imaginario de Molière
El Enfermo imaginario
A estas alturas todo el mundo sabe que Molière, a parte de la superstición por el amarillo, dejó en el teatro grandes obras, sobre todo para compensar esta xantofobia que recorre las entrañas de los actores desde que él abandonó los escenarios de tan trágica manera.
6. Fausto de Goethe
Fausto
Las negociaciones con el diablo comenzaron justo el día que salió a la luz esta obra del científico pre-romántico, Goethe. Es tanto, que se conoce como “pacto fáustico” al hecho de quedar con el diablo para ponderar y poner precio algunas almas el fin de semana.
7. La Divina comedia de Dante
Infierno de Dante
Coge de la mano a Virgilio, agárrate fuerte al poeta latino y que te lleve, por la senda de tercetos, Comedia arriba, Comedia abajo. No pares hasta dar con todos aquellos que han calentado el infierno de Dante, círculo a círculo, desde el siglo XIV.
8. Esperando a Godot de Samuel Beckett
Beckett
¿Quién es Godot? ¿A qué viene ese nombre tan ridículo? ¿Por qué le debe tanto el teatro del absurdo? ¿Quién lo espera? ¿Tú? ¿Beckett? ¿Toda una caballada de gente que ha visto la obra desde que se estrenó en 1952 y que no ha entendido nada?
9. Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams
Un tranvía llamado deseo
¡Stella!, ¡¡Steeella!!, ¡¡¡STEEEEEELLAAAAA!!! Clama venganza en nombre del amor (y los tranvías) y pégate con Stanley, seduce a Blanche o compadece a Stella, en el apartamento de blancos más loco en Nueva Orleans.
10. Antígona de Sófocles
Antígona
Elige a tu hermana grecotrágica preferida: Antígona o Ismene. Maldice a Sófocles en un debate candente entre el deber familiar o el civil. ¿Dónde y cómo hubieras organizado el sepelio del bueno de Polinices? ¿Habría habido canapés?
Hamlet
A este bardo, que resultó ser mortal, no solo le iba perfeccionar el inglés, hasta hacer de este la lengua tan rica y contumaz que hoy es, también le gustaban los dramas y, si éstos estaban cargados de familia, sangre y violencia, entonces le salía la obra perfecta.
2. La Vida es Sueño de Calderón de la Barca
La vida es sueño
A Calderón hay que agradecerle hasta temas de la Oreja de Van Gogh. Pasando por Matrix y bandas de punk rock español, todo parece hacer referencia al corto, pero intenso, sueño de nuestro dubitativo Segismundo.
3. La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca
La casa de Bernarda Alba
En esta casa del año 36 todavía debe durar el luto, la vigilia, y el silencio. Porque así lo dictó la matriarca, Bernarda Alba, con ese carácter aplacaalegrías y tuerceflores que esgrimía.
4. Casa de Muñecas de H. Ibsen
H. Ibsen
Henrik Ibsen mesó la barba más extraña del teatro dramático. Solo dejaba que se le subiera a ella, Nora Helmer, la más rebelde de los personajes que haya creado. Nunca pudo negarle nada. Era la niña de sus ojibiris noruegos.
5. El Enfermo Imaginario de Molière
El Enfermo imaginario
A estas alturas todo el mundo sabe que Molière, a parte de la superstición por el amarillo, dejó en el teatro grandes obras, sobre todo para compensar esta xantofobia que recorre las entrañas de los actores desde que él abandonó los escenarios de tan trágica manera.
6. Fausto de Goethe
Fausto
Las negociaciones con el diablo comenzaron justo el día que salió a la luz esta obra del científico pre-romántico, Goethe. Es tanto, que se conoce como “pacto fáustico” al hecho de quedar con el diablo para ponderar y poner precio algunas almas el fin de semana.
7. La Divina comedia de Dante
Infierno de Dante
Coge de la mano a Virgilio, agárrate fuerte al poeta latino y que te lleve, por la senda de tercetos, Comedia arriba, Comedia abajo. No pares hasta dar con todos aquellos que han calentado el infierno de Dante, círculo a círculo, desde el siglo XIV.
8. Esperando a Godot de Samuel Beckett
Beckett
¿Quién es Godot? ¿A qué viene ese nombre tan ridículo? ¿Por qué le debe tanto el teatro del absurdo? ¿Quién lo espera? ¿Tú? ¿Beckett? ¿Toda una caballada de gente que ha visto la obra desde que se estrenó en 1952 y que no ha entendido nada?
9. Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams
Un tranvía llamado deseo
¡Stella!, ¡¡Steeella!!, ¡¡¡STEEEEEELLAAAAA!!! Clama venganza en nombre del amor (y los tranvías) y pégate con Stanley, seduce a Blanche o compadece a Stella, en el apartamento de blancos más loco en Nueva Orleans.
10. Antígona de Sófocles
Antígona
Elige a tu hermana grecotrágica preferida: Antígona o Ismene. Maldice a Sófocles en un debate candente entre el deber familiar o el civil. ¿Dónde y cómo hubieras organizado el sepelio del bueno de Polinices? ¿Habría habido canapés?
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