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Un anciano que era perseguido se escondió en una cripta porque estaba condenado a muerte. Al salir de ella, un hombre atravesó su vientre con una espada y el anciano se cayó por las escaleras de la cripta. Dejo allí escrito un símbolo con su propia sangre (una Y encima de una O).
Todo comenzó cuando León Yáñez, cantero y maestro constructor, llevó a su hijo Telmo a la logia el día de su decimocuarto cumpleaños.
A partir de ahí todo cambio, ya que Telmo fue aceptado en la logia como aprendiz de masón y se convirtió en un hombre. Vivian en Estella, una villa del reino de Navarra, donde su padre dirigía las obras de la iglesia de Santo Domingo y Telmo trabajaba como ayudante.
Esa noche se reunen todos los francmasones para celebrar la entrada de Telmo en la logia y su padre le regala un juego de herramientas, ya que se la daba muy bien la escultura, y le explica lo que conlleva ser un "lathomus" (maestro de obras).
En invierno, cuando las obras estaban paradas, llegó a Estella un cantero de Burdeos. A la semana siguiente León Yáñez debía partir hacia Compostela, regresó a las seis semanas y a los dos días la logia mando un emisario a Burdeos.
Pasados varios meses y con las obras de Santo Domingo ya reanudadas, llegó el Obispo de Pamplona escoltado por ocho soldados del Rey. Al día siguiente, Martín, el hijo pequeño de Nicefas advirtió en la obra que había tres vikingos en la taberna de Yago. Esa misma noche se convocó una asamblea de todas las logias del feudo a la que asisitió el obispo, pero Telmo no se entero de nada hasta el días siguiente porque su padre regreso muy tarde