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La lucha social es una expresión de la lucha de clases, es decir la lucha de la clase trabajadora contra su explotación, opresión y alienación, y por su libertad frente al capitalismo y el estado. Es lo que sucede cuando un grupo de personas tiene poder jerárquico sobre otro: cuando hay opresión aparece resistencia y donde hay resistencia a la autoridad verás la anarquía en acción. Por esta razón los anarquistas están a favor de las luchas sociales y se involucran en ellas. En última instancia las mismas son una muestra de los individuos afirmando su autonomía y su disgusto ante un sistema injusto. Como Howard Zinn lo resalta:
"Ambos, la fuente y la solución de los problemas de nuestras libertades civiles están en la cotidianeidad: donde vivimos, donde trabajamos, donde vamos a la escuela, donde pasamos la mayoría de las horas. Nuestra libertad real no está determinada por la Constitución o por la [Suprema] Corte, sino por el poder que el policía usa sobre nosotros en las calles o por el juez local que está tras él; por la autoridad de nuestros empleadores [si estamos trabajando]; por el poder de los profesores, directores, rectores de la universidad y los consejos de administración si somos estudiantes; por la burocracia del bienestar social si somos pobres [o desempleados]; por los guardias de las prisiones si estamos en la cárcel; por los propietarios si somos inquilinos; por la profesión médica o la administración hospitalaria si estamos enfermos física o mentalmente".
"Libertad y justicia son cosas locales, a mano, inmediatas. Están determinadas por el poder y el dinero, cuya autoridad sobre nuestras vidas cotidianas es mucho menos ambigua que las decisiones de la Suprema Corte. Independientemente de cualquier demanda por la libertad que podamos hacer a nivel nacional... en el nivel local vivimos en diferentes feudos donde nuestra subordinación es manifiesta." [Failure to Quit, pp. 53-4]
Estas realidades de riqueza y poder permanecerán firmes a menos que aparezcan fuerzas que se opongan en la base misma donde nuestra libertad se restrinja: en las calles, en los lugares de trabajo, en casa, en la escuela, etc. Esto es así dado que "el único límite a la opresión del gobierno es el poder con el que las personas se muestran capaces de oponérsele." [Malatesta, Errico Malatesta: His Life and Ideas, p. 196]
Las luchas sociales por mejoras son también indicadores importantes del espíritu de la revuelta y de la gente apoyándose mutuamente en la afirmación continua de su libertad (y de nuestra libertad). Éstas muestran a las personas levantándose por lo que consideran correcto y justo, construyendo organizaciones alternativas, creando sus propias soluciones a sus problemas, y son un cachetazo en la cara de todas las autoridades paternalistas que se atreven a gobernarnos. Por ello su importancia para los anarquistas y para todas las personas interesadas en extender la libertad.
Además, la lucha social ayuda a la gente a retraerse de su condicionamiento jerárquico. Los anarquistas no ven a las personas como objetos fijos a ser clasificados y etiquetados, sino como seres humanos dedicados a construir sus propias vidas. Vivimos, amamos, pensamos, sentimos, deseamos, soñamos y podemos cambiarnos, cambiar nuestro ambiente y nuestras relaciones sociales. La lucha social es la forma en que esto se hace colectivamente. Tal lucha promueve atributos entre la gente que vive aplastada por las jerarquías (atributos como la imaginación, la capacidad de organización, la auto-estima, la autogestión, el pensamiento crítico, la auto-confianza y más) en tanto afrontan problemas prácticos en sus luchas que deben resolver por sí mismos. Esto fortalece la auto-estima y crea una conciencia del poder propio y colectivo. Al ver que sus jefes, el estado y demás están en su contra comienzan a darse cuenta de que viven en una sociedad jerárquica, dirigida por una clase, la cual depende de su sumisión al trabajo. Como tal, la lucha social es una experiencia politizadora.
"Ambos, la fuente y la solución de los problemas de nuestras libertades civiles están en la cotidianeidad: donde vivimos, donde trabajamos, donde vamos a la escuela, donde pasamos la mayoría de las horas. Nuestra libertad real no está determinada por la Constitución o por la [Suprema] Corte, sino por el poder que el policía usa sobre nosotros en las calles o por el juez local que está tras él; por la autoridad de nuestros empleadores [si estamos trabajando]; por el poder de los profesores, directores, rectores de la universidad y los consejos de administración si somos estudiantes; por la burocracia del bienestar social si somos pobres [o desempleados]; por los guardias de las prisiones si estamos en la cárcel; por los propietarios si somos inquilinos; por la profesión médica o la administración hospitalaria si estamos enfermos física o mentalmente".
"Libertad y justicia son cosas locales, a mano, inmediatas. Están determinadas por el poder y el dinero, cuya autoridad sobre nuestras vidas cotidianas es mucho menos ambigua que las decisiones de la Suprema Corte. Independientemente de cualquier demanda por la libertad que podamos hacer a nivel nacional... en el nivel local vivimos en diferentes feudos donde nuestra subordinación es manifiesta." [Failure to Quit, pp. 53-4]
Estas realidades de riqueza y poder permanecerán firmes a menos que aparezcan fuerzas que se opongan en la base misma donde nuestra libertad se restrinja: en las calles, en los lugares de trabajo, en casa, en la escuela, etc. Esto es así dado que "el único límite a la opresión del gobierno es el poder con el que las personas se muestran capaces de oponérsele." [Malatesta, Errico Malatesta: His Life and Ideas, p. 196]
Las luchas sociales por mejoras son también indicadores importantes del espíritu de la revuelta y de la gente apoyándose mutuamente en la afirmación continua de su libertad (y de nuestra libertad). Éstas muestran a las personas levantándose por lo que consideran correcto y justo, construyendo organizaciones alternativas, creando sus propias soluciones a sus problemas, y son un cachetazo en la cara de todas las autoridades paternalistas que se atreven a gobernarnos. Por ello su importancia para los anarquistas y para todas las personas interesadas en extender la libertad.
Además, la lucha social ayuda a la gente a retraerse de su condicionamiento jerárquico. Los anarquistas no ven a las personas como objetos fijos a ser clasificados y etiquetados, sino como seres humanos dedicados a construir sus propias vidas. Vivimos, amamos, pensamos, sentimos, deseamos, soñamos y podemos cambiarnos, cambiar nuestro ambiente y nuestras relaciones sociales. La lucha social es la forma en que esto se hace colectivamente. Tal lucha promueve atributos entre la gente que vive aplastada por las jerarquías (atributos como la imaginación, la capacidad de organización, la auto-estima, la autogestión, el pensamiento crítico, la auto-confianza y más) en tanto afrontan problemas prácticos en sus luchas que deben resolver por sí mismos. Esto fortalece la auto-estima y crea una conciencia del poder propio y colectivo. Al ver que sus jefes, el estado y demás están en su contra comienzan a darse cuenta de que viven en una sociedad jerárquica, dirigida por una clase, la cual depende de su sumisión al trabajo. Como tal, la lucha social es una experiencia politizadora.
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